Colores, especias, telas, elefantes, religión, templos... Un país para AMAR u ODIAR. En mi caso, cada segundo era una sensación alucinante y llena de riqueza cultural. Un país lleno de contrastes.
No importa la cantidad de turismo que tenga este país, que las playas estén abarrotadas o que te intenten timar allá donde vayas. Una ruta de 10 días por el sur de Tailandia me bastó para enamorarme de este país.