10 días por el Sur de Tailandia
Día 1: Llegada & templos de Bangkok (27/12/19)
Una vez salimos del aeropuerto cogimos uno de los taxis que están esperando en una larga fila al lado del aeropuerto. Para ello hay que coger unos tickets de las máquinas que están en la acera de esa misma carretera; nada más salir las encuentras. Intentamos coger Grab (Uber en Tailandia) pero nos salía más caro. Nuestro taxista Mr. Verapol nos cobró 500THB por todo (peajes incluidos). Llegamos al hostal (HOFT Hostel Bangkok), nos cambiamos de ropa y preguntamos cómo ir a Wat Arun; la chica de la limpieza nos dijo que iba en la misma dirección y que cogiésemos el autobús con ella (bus 36:20THB/persona). Nos paró justo en el embarcadero de Wat Arun (50THB/persona) y para entrar al templo pagamos una entrada de 50THB/persona. La verdad que merece la pena, aunque también hay mucho para ver en los alrededores. Coincidimos con un festival de año nuevo en un colegio de al lado; escuchamos música y jaleo y allí que fuimos. Con el cansancio del vuelo, el calor y que no habíamos comido nada, necesitábamos meter algo en el cuerpo pero sin arriesgarnos a que nos sentase mal (mi estómago es bastante delicado en estos países a pesar de que me encanta probar de todo; por desgracia tengo que andar con mucho cuidado con lo que como). Cogimos una Coca Cola y un Sprit para refrescarnos y meter algo de azúcar al body en uno de los puestitos que había en la salida al lado del embarcadero. De allí cogimos otro barco para cruzar el río hasta Wat Pho (200THB/persona). Una vez allí nos quedamos alucinados con el tremendo Buda dorado que hay en uno de los templos. Mira que yo había visto budas en otros países, pero este realmente me maravilló. En el mismo templo había una hilera de cuencos para ir echando monedas como ofrenda al Buda y de esa manera conseguir buena suerte. Al salir, había una pequeña tiendita con un altar donde podíamos encender velas, incienso y ponerle papel de oro a uno de los budas que había allí. Como buenos turistas hicimos todo lo que se mandaba dando una donación de 20THB. Fuimos visitando todo el recinto abarrotado de turistas hasta que nos encontramos otro colegio donde los niños y niñas cantaban canciones típicas tailandesas. Aquí no había turismo ya que muchas veces la gente solo va para la foto bonita de Tailandia y no para empaparse de su cultura. Nos pareció algo para perder un ratito y disfrutar del “show”. Seguimos recorriendo los diferentes rincones de Wat Poh hasta que nos dimos cuenta de que no llevábamos uno de los móviles (siempre nos tienen que pasar estas cosas); el móvil de Michel se había perdido y con mente fría nos pusimos a intentar recuperarlo. Fuimos a la policía del mismo templo para que avisase por megafonía, preguntamos en la entrada y dimos nuestro número por si aparecía, volvimos a hacer el mismo recorrido de vuelta hasta el embarcadero, lo buscamos con el buscador de iPhone pero estaba en modo avión... y el móvil no aparecía por ningún lado. Al final decidimos darnos por vencidos y asumir que no lo íbamos a recuperar, aunque ya no te quedas con la misma actitud alegre con la que estabas visitando todo.
Decidimos seguir e ir al Gran Palacio (500THB/persona), aunque nuestro disgusto llevábamos encima; una vez allí nos hicieron comprar unos pantalones para Michel porque en esta ocasión los chicos tampoco pueden ir con las rodillas descubiertas; así que la gracia nos salió por 100thb más. Nos daba la sensación de que estábamos todo el rato sacando dinero para absolutamente todo. El palacio es espectacular, se combinan un montón de materiales, formas y colores que te dejan continuamente con la boca abierta. Cada templo es bonito de forma individual, pero el conjunto lo hace maravilloso; personalmente, en el primer día en Bangkok es con lo que me quedo. A la salida del Gran Palacio cambiamos dinero justo en el “Exchange” que hay en frente; no estaba del todo bien el precio pero no nos quedaba otra porque nos habíamos quedado pelados y necesitábamos seguir con el día. Michel tenía un poco de hambre y comimos un plato de arroz con pollo en “Sew Lung restaurant” (60thb), uno de los restaurantes tailandeses que hay saliendo también del palacio. Cogimos el autobús 53 con dirección al mercado de flores (Pak khlong market) y nos metimos entre los recovecos del mercado; suciedad, humedad, olor... es decir, típico mercado asiático. Había muchos puestos cerrados así que si estáis pensando en ir, mejor un poco antes del medio día. De nuevo, cogimos un taxi para que nos llevase al hostal porque nuestros párpados no daban más de sí; llevábamos muchas horas de salseo y el cuerpo necesitaba un descanso. El taxista no sabía muy bien donde quedaba el hotel y nosotros no teníamos batería en mi móvil así que solo le podíamos decir el nombre y la dirección; en otra ocasión eso hubiera sido suficiente, pero parecía que hoy el día no estaba con nosotros y en vez de 20 minutos, tardamos ni más ni menos que 45 minutazos. Menos mal que Michel pudo dormir mientras tanto. Al llegar al hotel nos esperaba una súper sorpresa.. . ¡EL MÓVIL ESTABA EN LA HABITACIÓN! Después del disgusto...algo salía bien por fin.
Nos pusimos la alarma una hora más tarde y para las 19:00h estábamos otra vez de ruta turística. Esta vez no queríamos ni taxis ni autobuses, simplemente queríamos caminar (es como mejor se conoce la ciudad). La primera parada la hicimos en un rooftop del “Sirocco Sky hotel”. ¡Cuidado! Hay un protocolo de vestimenta para subir hasta la azotea y divisar la ciudad iluminada; yo llevaba la ropa adecuada (falda-pantalón ancho, camiseta y converse) pero Michel necesitaba pantalón largo y zapato cerrado (él iba con sandalias y bermudas), así que no podía subir y decidimos que subía simplemente yo para ver un poco si merecía la pena y si era que sí, volver al día siguiente. Me pareció todo demasiado protocolario (no estamos acostumbrados a tanto); esperabas en la planta baja hasta que el ascensor se abría y encontrabas a una mujer encargada de presionar los botones de las plantas a donde se iba; el rooftop era la 64 y al abrirse el ascensor de nuevo había 4 thailandesas saludando y ofreciendo bebida y comida. No tienes por qué tomar nada; eso sí, si no lo haces se acabó la amabilidad; aún así yo no quería gastarme nada allí sola y no tomé ni una cerveza. Una vez en la azotea, las vistas eran inigualables; pensaba que no se iba a ver todo tan nítido debido a la neblina que hay de contaminación durante el día. Me quedé unos minutos y de vuelta para abajo donde me esperaba Michel. De ahí nos fuimos al “Barrio rojo” de Bangkok aprovechando que estábamos cerca de la zona y de nuestro hostel (localizado cerca de Silom Road). El Patpong Night Market albergaba todo tipo de objetos y personas variopintas; me sorprendió ver cómo se normalizaba todo el tema de shows de “adolescentes” que ofrecían a cada metro que andábamos. Es una atmósfera distinta y digna de visitar; nosotros no entramos en ningún club para no fomentar este tipo de shows. Pesamos por sus calles, compramos una mariconera para usar en el viaje y nos fuimos andando a cenar; no habíamos comido apenas durante el día y pensamos que la mejor manera de meter alimento al cuerpo era con algo conocido y que diese energía...¡PASTA! Vimos un restaurante italiano que tenía buena pinta y terraza chill out; allí que entramos, probando por primera vez la cerveza típica de Bangkok (Chang). Una vez con el estómago lleno teníamos 6 min hasta el hostel y nos fuimos sobre las 23:30h mas o menos para ducharnos y descansar .
Día 2: Ayutthaya & KhaoSan Road (28/12/19)
No habíamos cogido la excursión a Ayutthaya con el hostel
porque nos parecía un poco cara (1200THB/persona) así que
fuimos por nuestra cuenta. A las 6:30h estábamos arriba para
ver cómo ir desde Bangkok hasta Ayutthaya; en nuestro
caso fuimos en Van (barata y más o menos rápida) desde la
“estación de van Mo Chit”. Para llegar a la estación cogimos
un taxi por 150THB (sin peajes) y nos explicó muy bien cómo
preparar el día para poder llegar a tiempo a todo. Hay que
comprar el ticket en el edificio B de la estación (70THB/persona)
y esperar con un montón de gente a que te vayan metiendo en
las furgonetas; el trayecto duró unas dos horas porque había mucho tráfico debido a las fechas en las que estamos (Christmas time). ¡CUIDADO! No te avisan cuando tienes que bajar; nosotros lo hicimos en la siguiente parada al edificio “Ayutthaya City municipality”; la verdad que fue un acierto porque justo al lado teníamos un sitio de alquiler de bicis “Marayast Noojoy Tour”; alquilamos una moto por 200THB para todo el día sin la gasolina (40thb). A las 11:30h empezaba nuestra aventura motoril por las calles de Ayutthaya. Siguiendo el mapa que nos habían facilitado en el alquiler de bicis y motos (ver foto en la galería) fuimos viendo todos los lugares más turísticos de la ciudad. Es muy fácil pasar de un sitio a otro, eso si, si no tienes mucho tiempo (como era nuestro caso) te recomiendo coger moto porque la bici no llega a los templos marcados como el nº27 (Wat Chaiwatthanaram) o nº47 (Wat Phanan Choeng).
Cada vez que llegábamos a un punto marcado en el mapa nos gustaba más que el anterior. Ambos coincidimos en que es una VISITA OBLIGADA. Si tuviese que elegir los puntos que más me han gustado serían: Wat Yai Chai Mongkhon (nº50), Wat Maha That (nº15), Viharn Phra Mongkol Bophit (nº9), Wat Lokayasutharam (nº34), Wat Ratchaburana (nº16), Wat Phra Si Sanphet (nº10), Wat Chaiwatthanaram (nº27), Wat Phanan Choeng (nº47).
A las 17:15h dejábamos la moto tras haber echado gasolina para dejarla tal y como estaba (como dato orientativo, nosotros gastamos unos 30THB para todo el día; echamos 40THB por no quedarnos cortos). La chica de la oficina nos explicó como llegar a la estación de furgonetas (5min andando) y no tuvimos ningún problema para comprar el tíquet y coger sitio rápido para volver; yo estaba preocupada por si volvíamos a tener esa aglomeración de gente como en Bangkok y no nos dejaban comprar el ticket porque estuviesen todos vendidos, ya que la última furgoneta salía a las 18:00h. La vuelta fue mucho más rápida sin tanto tráfico; llegamos a Chatuchak park y de allí cogimos Grab hasta “Kahosan Road”. Esta calle nos enseñó la otra Tailandia, música y ruido, comida y bebida, aunque sobretodo y como en todos los sitios, mucha gente. Cientos de puestos de comida variopinta, desde la típica pasta con verduras y huevos (Pad Thai) hasta insectos fritos, pasando por cocodrilo, carne a la brasa y los singulares crepes de esta zona. Así pues, nos sentamos en uno de los bares de la calle donde tomamos el típico Pad Thai y una especie de empanadilla de carne de cerdo llamada "gyoza", todo muy bueno acompañado de unas cervezas nacionales (Chang) y con la grata compañía de una pareja de Praga y unos chicos alemanes. Seguimos caminando por KhaoSan Road y vimos también los típicos centros de masajes donde no pudimos perder la ocasión de hacernos un majase en los pies que nos relajó mucho y nos alivió de los kilómetros realizados por la mañana (150THB). Al despertar de semejante relajación, nos levantamos y vimos un puesto de crepes (rotis), la forma de elaboración es diferente pero no tiene nada que envidiar al crepe de banana y nutella que te sirven en los campos elíseos de París. Después de esto seguimos viendo por otra calle paralela todos los pubs con música en directo que ofrecía esta zona, nos dio tiempo a comprar un adaptador para cargar móviles y cámaras y nos fuimos con un taxi a nuestro nidito de amor para reponer fuerzas después de este día tan bonito y divertido.

Wat Yai Chai Mongkhon

Wat Chaiwatthanaram

Comimos en plena calle con un ambiente súper divertido. El menú fue Pad Thai y Gyozas.

Wat Yai Chai Mongkhon
Día 3: Mae Klong Railway Market, Damnoen Saduak Floating Market & Bangkok
(29/12/19)
Habíamos cogido una excursión en el hostel para ver los mercados más famosos de esta ciudad (Mae Klong Railway Market y Floating Market) por 650THB/persona y teníamos que estar preparados para las 6:30h de la mañana, así que para las 6:00h nuestros párpados se abrían para experimentar un nuevo día. Lo bueno de estas excursiones es que vienen a buscarte al hotel y no tienes que perder tiempo en llegar al punto de encuentro. Pusimos rumbo “Mae Klong Railway Market” y ¿Qué nos encontramos al llegar? Invasión de turistas. No se podía apenas avanzar por las vías del tren debido a la cantidad de gente; además, el olor en algunas zonas era muy desagradable. Intentamos avanzar bastante para quedarnos en algún huequito y poder verlo sin gente alrededor; ¡CONSEGUIDO! Era imposible que no hubiese gente, pero estábamos más o menos solos, pudiendo echar fotos y ver en un primer plano como el tren pasaba por encima de las verduras del puesto que teníamos al lado. En cuanto el tren pasa los puestos vuelven a echar sus toldos y siguen su venta como si nada hubiese ocurrido. Habíamos quedado con los compañeros del tour a las 9:10h pero nos retrasamos al comprar un poco de mango y sandía (50THB) en el mismo mercado para desayunar. De ahí, nos llevaron al mercado flotante de “Damnoen Saduak Floating Market” y nos pasó lo mismo; todo muy curioso pero abarrotado y muy pero que muy contaminado. Pregunté incluso para comprarme una mascarilla porque no podía con todo el humo que soltaban aquellas “speed boats”. Nos dieron la opción de coger una barquita pequeña por 150THB/persona o simplemente realizar el paseo con barca rápida que estaba incluido en el tour. Nos podía más la curiosidad de ver cómo se compraba en los puestos a orillas del río y por eso decidimos probar las 2 maneras. Para ser sincera, con la incluida en la excursión hubiese bastado, porque la otra se quedaba atascada en mil y una barcas más y no era tan espectacular como para pagarlo; todo bajo nuestro punto de vista. Una vez que terminamos y volvimos con la van a KhaoSan Road nos apetecía patear; GPS en mano y de aquí para allá; la primera parada la hicimos en el “Giant Golden Budda”, situado en Wat Intharawiharn, para contemplar su altura sintiéndonos diminutos. Continuamos hacia el “Giant Swing”, situado en frente del Wat Suthat, en el que tuvimos que pagar 100THB/persona. Era una residencia de monges budistas donde examinaban y corregían exámenes. Salimos de allí para ir andando a “China Town”, ya que el Templo del Buda de Oro (Wat Traimit) que teníamos pensado hacer cerraba a las 17:00h y no nos daba tiempo. Recorrimos las calles de china town con sus carteles enormes, su olor a fritanga y la multitud. Es digno de ver, sobre todo si no has visto ningún barrio chino en otras ciudades. Aún siendo así, hay que visitarlo si tienes tiempo suficiente en Bangkok. Comimos algo en uno de los restaurantes de la entrada, Michel dijo que no le daba mucha confianza la comida de los puestos y la verdad que yo con mis tripas tampoco puedo arriesgar mucho. El restaurante se llamaba “Jumbo Lobster Restaurant” y estaba justo a la entrada de la calle principal; había para comer mucho marisco que te hacían en ese mismo momento a la brasa. Dejamos la calle principal para adentrarnos en un diminuto mercado con todo tipo de alimentos y como no, olores. De allí nos fuimos al hotel para ducharnos viendo que se nos echaba la noche encima y teníamos muchas cosas que nos quedaban por ver.














































Una vez limpios y arreglados nos dirigimos al “Pratunam Market” para mirar si había algún souvenir e ir comprando para que luego no nos pillase el toro como siempre nos pasa. Un mercado con mucho ambiente y bastante europeizado, rodeado de hoteles y rascacielos. Acudimos a esa zona de Siam porque queríamos subir al rooftop de hotel “Baiyoke rooftop” pagando los 400THB/persona en los que incluía una consumición, la vista de 360º en una plataforma rotatoria en la planta más alta del rascacielos y la visita a otro de los pisos que estaba decorado con carteles interactivos para que los turistas se echasen fotos. Yo que puedo comparar dos rooftops en esta ciudad, puedo decir que merece más la pena pagar los 400thb y disfrutar de esa vista gloriosa de pájaro. Hay muchos más "ROOFTOPS" en Bangkok como la azotea del hotel Lebua, muy famosa y muy cara por lo que nos dijeron. Nosotros no queríamos aglomeraciones, simplemente queríamos ver la capital tailandesa desde lo alto.
Se nos hizo un poco tarde para visitar algo más y Michel quería volver a "Patpong Night Market" a mirarse unos auriculares; fuimos allí y finalmente se los compró por 900THB; se ve que en España cuestan mucho más aunque yo no tenía ni idea. Caminamos hasta toparnos con un restaurante indio que nos apetecía un montón; al final nos la clavaron y no lo recomendaría por nada del mundo. Eran las 23:30h y teníamos que levantarnos a las 3:00h para coger el vuelo de Bangkok a Krabi. Decidimos no dormir para que no se nos pasase la hora; película y a aguantar.
Pateando Bangkok en PDF
Día 4: Llegada a Krabi (30/12/19)
El avión había salido de Bangkok a las 5:30h y llegamos a Krabi sobre las 8:00h entre coger las mochilas y todo. Del aeropuerto cogimos el Shuttle bus por 150THB/persona que nos dejaba en el mismo hotel; tarda bastante (1h y 15 min- dependiendo de donde te alojes) pero es barato. Nos dejó en “Cocco House”, nuestro bungalowpara los próximos días en Krabi; fuimos los últimos de todo el autobús porque este alojamiento está en medio de la naturaleza pero a la vez cerca de la playa. Queríamos dormir porque estábamos reventados, pero no había habitaciones libres para hacer el check-in y el dueño nos ofreció un desayuno gratuito más que completo (yogurt con cereales y fruta + tostadas con bacon y queso + zumos + cafés), todo un anfitrión. Con las pilas cargadas y todo nuestro ánimo, alquilamos una moto en el mismo alojamiento por 250THB y nos fuimos de turisteo por la naturaleza de Krabi. Llegamos a la entrada de “Dragon Crest” después de haber visto elefantes (uno bebé) por el camino y maravillarnos con la belleza del entorno alrededor de la carretera. Para acceder correctamente al monte donde se encuentra "Dragon Crest" hay que entrar por Khao Ngon Nak y de forma gratuita comenzar la subida; son unos 3,5 km de subida un poco durilla, pero descansando e hidratándose se puede llegar bien; la recompensa es increíble y durante el camino de subida se pueden ir divisando pequeñas partes de los que vendrá luego. Una vez en la cima, las vistas eran maravillosas y aprovechamos para tomar aire puro (que nos hacía falta después de haber estado en Bangkok), descansar, charlar y echar unas cuantas fotos. La bajada casi nos costó más porque resbalaban las piedras y se nos hizo interminable; en realidad, todas las bajadas me suelen costar más porque ya he saboreado el premio y luego es simplemente andar. Con nuestra moto en carretera pusimos rumbo a Ao Nang Beach para intentar encontrar la típica excursión de las 4 islas a buen precio (500thb/cada uno). Tampoco perdimos mucho tiempo y la cogimos en una de las oficinas de turismo de en frente de la playa (hay un montón y con todas se pueden negociar precios).
Ya que teníamos la playa en frente, la aprovechamos como enanos; nos quedamos dormidos en cuanto nos tumbamos; realmente no es una buena zona para bañarse ni la playa es espectacular ya el agua está bastante contaminada por los longtails que están aparcados. Tras una pequeña siesta para recuperarnos, volvimos a casa para arreglarnos y bajar a Ao Nang Beach de nuevo a pasear y cenar algo ya que no habíamos comido demasiado. Elegimos el “Blue dolphin” y la verdad que comimos bien y a buen precio. De ahí nos fuimos a casita porque llevábamos muchas horas despiertos y nuestro cuerpo no daba para más.
Día 5: Nochevieja en Krabi (31/12/19)
Nos levantamos temprano para desayunar porque venían a buscarnos en mini van para la excursión de las 4 islas en longtail que ocmenzaba a las 9:30h. Desde el principio decir que para nosotros mereció la pena porque tampoco nos gusta mucho tirarnos a la bartola cada dos por tres. Si que en la primera parada, Phranang Cave (Reiley Beach) nos hubiese gustado un poquito más de tiempo para poder entrar bien en las cuevas e intentar hacer escalada en las enormes rocas que había, aunque también existe la posibilidad de ir en una excursión corta con un longtail desde la playa de Ao Nang para practicar ese deporte. La cueva está llena de "penes" de distintos tamaños, colores y texturas; nosotros no perdimos mucho tiempo viéndolo ya que nos parecía más interesante las cuevas que había por detrás y que te daban acceso a la otra parte del mar; merece la pena porque no hay tanto turista en esa zona, aunque no son más de 150 metros. Después te llevan a Tup Island; son dos islotes que están unido por un estrecho camino e arena que cuando baja la marea se puede apreciar perfectamente pero cuando sube parecen dos islotes totalmente independientes. No nos dejaron pasar de una isla a otra porque no disponíamos de tiempo y la marea no estaba muy calmada (según los responsables de la excursión). Siguiendo con nuestra navegación divisamos Chicken Island; no paras a verla, simplemente la rodeas disfrutando de esta forma tan peculiar de cabeza de pollo que ha formado la erosión. Es en este momento donde te dejan hacer un poco de snorkel y disfrutar de los peces amarillos que hay en todas las islas de Tailandia. De ahí pasamos a Poda Island; en esta última te dan la comida y te dejan descansar un ratito para que tomes el sol o pasees por la isla. Nosotros comimos debajo de unos árboles para coger un poco de sombra y después nos pasamos a tomar el sol. Esta es la única isla con baños accesibles para el uso de turistas; no los recomiendo en absoluto. Yo no soy muy escrupulosa ni muy sibarita para estas cosas pero sí que me da mucho asco la humedad cuando está con suciedad y llevo los pies descalzos; estaba el suelo lleno de agua y allí todas íbamos desfilando una por una hasta entrar al baño y que el suelo estuviese lleno de suciedad y pis. Para mi fue un rato muy desagradable y en seguida me lavé los pies al salir para sentirme un poco más a gusto.
Haciendo una valoración general, todo en Tailandia está abarrotado de gente y explotado al máximo por los locales, y esta excursión no iba a ser menos. Si quieres estar tú solo en una playa desierta, este no es tu destino. Es cierto que todo está lleno de longtail boats y speed boats llenas de turistas con ganas de sacar la mejor foto del mundo; creo que la actitud es asumir que va a pasar eso y disfrutarlo de la mejor manera posible, porque quitando esos pequeños contras, todo lo que se visita merece la pena con creces.




















































Llegamos al embarcadero sobre las 14:00h y nos llevaron al hostel de vuelta en la mini van. Allí hablamos con Michelle (nuestro casero) para que nos dijera dónde podíamos ir esa tarde sin tener que ir a la playa. Hablando y hablando nos decidimos por ir a la cueva del tigre, “Tiger Cave”; un templo en lo alto de una montaña donde tienes que subir ni más ni menos que 1260 escaleras para llegar. Es una ruta costosa por la humedad y porque las escaleras son desiguales y altas, las piernas se cansan pronto; por el camino te encuentras con monos, unos más simpáticos que otros, y perros. Al llegar, te topas con una pagoda dorada y el Buda de Oro presidiendo el templo. Las vistas son espectaculares y el atardecer es increíble; suele haber mucha gente viéndolo y no hay problema para bajar aunque haya oscurecido; os recomendamos una pequeña linternita o el móvil por si acaso vais solos.
Una vez terminada la caminata y habiendo quemado las calorías suficientes como para merecernos una buena cenorri de noche vieja, nos duchamos, nos pusimos guapetones y nos fuimos a Ao Nang para cenar en el “Longtail restaurant” que ya teníamos fichado del día anterior y nos había gustado mucho en cuanto a calidad-precio; nuestra cena especial de nochevieja fue un Pad Thai de pollo y un pescadito fresco a la brasa. Nos quedamos bien y el precio fue asequible (1180THB), lo que vendría luego sería en lo que gastaríamos bastante. Conocimos en la cena a una pareja de alemanes y otra sueca con la que pasamos toda la noche que quedaba por delante; compramos unos farolillos para tirarlos, una botella de champán y unos cubos de cubatas muy típicos de estas islas. Lo de tirar farolillos no es tan sencillo como parece, hasta que uno consiguió volar, 3 se nos quedaron por el camino; pasamos un buen rato y eso nos llevó a conocernos mucho mejor. Coincidimos también con pequeños grupos de españoles a los que nos juntamos formando un gran grupo internacional que cerrábamos todo por donde pasábamos; llegó un momento en el que no había nadie más en la playa y tuvimos que salir al paseo para cerrar todos los bares que había tras tomar chupitos de café y cantar en el karaoke. Fue una noche memorable que no la olvidaremos jamás. A las 5:20h de la mañana nos metíamos en la cama para levantarnos 2 horas más tarde.
Día 6: Año Nuevo en Koh Phi Phi (1/01/20)
A las 8:30h nos venían a buscar al hotel para llevarnos al embarcadero de Ao
Nang y allí coger el ferry hasta Koh Phi Phi Island (450THB/persona). Nos
levantamos temprano para desayunar y preparar maletas ya que el día anterior
con las prisas no pudimos.
Nuestra resaca era monumental y no estábamos muy católicos para hacer nada; menos mal que el ferry hasta Koh Phi Phi duraba 2 horas y media y podíamos intentar dormir algo (intentó fallido). Al llegar, tuvimos que pagar un impuesto de 20THB por entrar a la isla (todos los visitantes la pagan). Buscamos nuestro hotel con el GPS y nos llevó a la otra punta de la playa; menos mal que una mujer nos vio perdidos y nos dijo que no había nada más por esa zona y que no debíamos hacer caso al GPS en esa isla; Así que... ¡NO GPS EN KOH PHI PHI! Nos indicó el lugar al que debíamos ir y lo encontramos súper rápido. El hotel se llamaba "Marine House"; estaba muy céntrico y eso nos gustó porque teníamos todo a 1 minuto andando, aunque luego resultó ser un desastre en el que nos salieron hasta termitas por el lavabo. Dejamos las cosas y nos fuimos directamente a la playa a echarnos al sol y dormir plácidamente para recuperarnos de la noche anterior.
Cuando ya llevábamos unas horitas decidimos comer algo en un chiringuito de la orilla y nos fuimos a duchar para salir a ver el ambiente de la isla. Una vez descansados, pateamos un poco la zona con más bares y tiendas de la isla, cogimos el tour de 8 hora que íbamos a hacer al día siguiente por todas las islas de alrededor (1300THB/persona) y fuimos a las 20:30h a un chiringuito en la playa "Slinky Beach Bar" donde había un espectáculo de malabares con fuego espectacular. Lo puedes ver desde la arena o tomándote una cerveza sentado. Después del espectáculo cenamos en un bar "Cosmic" (120THB) de los muchos que hay en Phi Phi y nos fuimos a descansar porque al día siguiente a las 6:00h de la mañana nos esperaba el barco para hacer el espectacular recorrido por muchas de las playas de alrededor.
![]() Llegando a la playaEl cartel es parte de un regalo de cumpleaños que le preparé a una amiga desde la distancia. |
---|
![]() Phi Phi de noche |
Día 7: Koh Phi Phi (2/01/20)
A las 6:00h de la mañana estábamos ya en el lugar citado por el tour con un desayuno a base de café, unas pastas típicas de allí y zumo de naranja. Montamos en el barco con nuestra guía (que era la caña) y la primera parada fue la playa de Maya bay; la tuvimos que ver desde el barco porque está prohibida su entrada ya que desde hace cuatro años están intentando que recupere su naturaleza (fauna y flora) ya que el exceso de turismo la había deteriorado. El barco paró al lado de esa playa y nos dijeron que ahí era una zona en la cual podríamos encontrarnos algún tiburón, cuál fue nuestra sorpresa que después de estar viendo la fauna que entierra ese agua nos topamos con una pareja de crías de tiburón. Es muy emocionante porque no nos lo esperábamos y Michel nunca había visto tiburones antes. Reanudamos nuestra visita por las demás playas parando ahora en Monkey Beach, playa que lleva este nombre porque hay un montón de monos muy cariñosos con los cuales te puedes hacer fotos de ellos en tus brazos. Cuidado porque en ocasiones te quitan todo lo que llevas y tienes que andar con mil ojos y tomar precaucioens. Después de divertirnos mucho con esos preciosos animales, volvimos a Phi Phi para recoger a otras personas que empezaban su tour a las 10:30h. Con ellos en el barco nos fuimos a Bamboo Beach donde nos dieron de comer y tuvimos hasta las 13:30h para visitar la isla, hacernos fotos, ver los peces que había en las aguas cristalinas y conocer a Dinio, un chico brasileño que vivía en Sidney y que llevaba 20 días recorriendo las islas y rincones de Tailandia. Nos lo pasamos "pipa" con él porque estuvimos haciendo snorkel casi todo el tiempo y vimos un montón de peces de todos los colores y formas mientras los demás tomaban tranquilamente el sol. También aprovechamos para volar el drone de Dinio para tener una vista de pájaro espectacular. Antes de volver, nos pararon en unas aguas donde nos dijeron que podría haber tiburones grandes; en esta ocasión bajamos muy pocos para hacer el snorkel porque la gente estaba cansada y con un poco de frio. Yo me atreví pero a Michel le dio un poco de pereza y se quedó en la barca. Al sumergirme, seguí a la guía nadando y nadando y, de repente, ¡TIBURÓN A LA VISTA! Me encontré con un tiburón que de bebé tenía poco y cuando subí de vuelta a la barca, mi cara reflejaba una felicidad propia de haber visto algo por primera vez, según Michel. Al volver, fuimos al hotel a descansar un poco antes de subir al “viewpoint 1, 2 y 3”de la isla para poder apreciar el fantástico atardecer. En 45 minutos vimos cómo se iba el sol y dejaba un color rojizo que iluminaba las dos playas más importantes de la isla. Queríamos seguir disfrutando de ese colorido y ese ambiente y subimos a una de las azoteas del único bar que hay para tomarnos algo fresquito. La bajada fue diferente porque al esperarnos tanto, anocheció y la gente no estaba bajando como nosotros pensamos; no había nada de iluminación más que nuestra linterna de uno de los móviles; yo no soy una persona miedosa pero en ese camino pedregoso fui consciente de que podía pasar cualquier cosa. Michel iba mucho más tranquilo y eso me ayudó para llegar hasta abajo más relajada.
Después de todo el día decidimos ir a ducharnos al hostel para salir a cenar y dar una vuelta por la isla; todo se nos truncó porque a mi me esperaban los dos días pachuchos que siempre tengo en mis viajes a Asia; no se por qué pero mi cuerpo siempre me alerta de que no lo estoy cuidando mucho y me hace estar malita un o dos días (vómitos durante la noche). Al tener síntomas ya de mareo y malestar decidí quedarme durmiendo y Michel salió (valiente de él con su inglés de primaria) a comprar los tíquets del ferry a Phuket para el día siguiente; los cogió justo en la esquina del hostel, en una de las muchas agencias que hay (300THB/persona); también había que cambiar dinero porque habíamos encontrado una casa de cambio a buen precio y no queríamos arriesgarnos a llegar a Phuket y que el cambio estuviese más caro. Michel arregló todo y para no volver tan temprano a dormir se tomó una pizza y una Chang en “Anna’s restaurant”.
Día 8: Sukko Wellness and spa Resort (3/01/20)
Yo todavía no me encontraba del todo bien, entonces aprovechamos el tiempo de dormir al máximo para después ir a un “seven eleven”, comprar un desayuno baratito para Michel y llegar al embarcadero con media hora de antelación (9:00h). El ferry salía a las 9:30h de la mañana (también había horarios a las 10:30; 12:00...) y duraba unas 2 horas; yo fui frita todo el camino. CONSEJO: llevar jersey fino o algún fular para estos trayectos ya que hace un pelín de frío.
Una vez en Phuket ya vimos que el sitio iba a ser muuuuyyyy turístico e intentamos coger un Grab pero era imposible porque nos comentaron como que había un "mafia" de los taxistas que tenían la zona del puerto ocupada para ellos. Al final nos montamos en una van con otras 6 personas para que nos llevase hasta el hotel. Habíamos cogido un hotel un poco mejor de calidad pero la verdad que muy barato para lo que luego nos encontramos; el hotel se llamaba "Suuko wellness and Spa Resort" y era como un paraíso en medio de la civilización.
Al ver lo a gusto que se estaba allí con la piscina y el spa decidimos quedarnos un rato a comer en el buffet (180THB/persona) y relajarnos en la piscina porque yo todavía no llevaba el cuerpo para mucho trote todavía. Nos dieron las mil y nunca nos habíamos visto en un sitio tan paradisíaco como aquel así que decidimos tomarnos un día de relax disfrutando de una buena ducha y las comodidades que nos ofrecían. Teníamos jacuzzi en la habitación y nunca habíamos probado uno así que como dos enamorados emocionados decidimos utilizarlo y disfrutar de las vistas de bambú que podíamos divisar desde la cristalera.
Día 9: Templos y playas de Phuket (4/01/20)
madrugamos bastante para aprovechar el tiempo que habíamos "perdido" el día anterior y tras alquilar una moto (300THB/día y medio) en el hotel nos fuimos a ver los templos que nos ofrecía esta isla para posteriormente disfrutar del sol y la playa para terminar nuestras vacaciones como correspondía. La primera parada fue el "Big Buddha de Phuket" y nos impresionó la altura de esta figura blanca con un montón de recovecos para visitar. La entrada es gratuita, te ofrecen a la entrada fulares para comprar aunque nosotros siempre llevábamos tres en la mochila por si acaso los necesitábamos para las piernas y los hombros. A lo alto del monte, te ofrecían unas pequeñas placas de mármol para escribir en ellas y después ponerlas en la construcción del Gran Buddha que estaban reformando. Las vistas eran muy bonitas y estuvimos un rato disfrutándo de ellas.
De allí pasamos con nuestra moto a "Wat Chalong", un templo muy dorado y amplio que no está muy masificado; me recordó a los templos de Bangkok. Se nos había hecho tarde y nosotros no somos mucho de templos como sí de naturales. Queríamos aprovechar el alquiler de la moto para recorrer la costa suroeste de la isla, ya que era la más famosa para los turistas.
La primera parada fue en "Kata Noi Beach", una playa no muy grande y bonita con resorts en los alrededores de la montaña que la rodeaba. Seguimos subiendo hacia "Kata Yao Beach" que era muy parecida a la primera así que no nos quedamos muchos. Lo que hacíamos era plantar las mochilas, darnos un baño, secarnos bajo el sol e ir a otra playa. Si la playa nos gustaba mucho y estábamos cómodos nos podíamos quedar un poco más pero sin perder mucho tiempo porque queríamos conocer todas las que el tiempo nos permitiera. La tercera fue "Karong Beach"; una playa muy larga, con gente pero sin aglomeraciones; se podía disfrutar de ella. Antes de llegar a la siguiente playa que teníamos pensado, nos paramos a divisar las vistas desde el "Viewpoint Phuket" (sale en todos los mapas) , ya que no nos importaba perder tiempo en esas cosas. Después seguimos subiendo hasta "Freedom beach"; el acceso a esta playa es bastante pedregoso así que nosotros recomendamos buen calzado y estar en forma para la subida. Serían unos 500 metros de subida bastante dura y resbaladiza, todo esto a 40º de temperatura. Menos mal que al subir había un chiringuito con agua. En esta playa es donde aprovechamos para comer, aunque estaba repleta de turistas, había puestos con gambas a la plancha, pollo rebozado, patatas y pescado; pagamos 380THB por las gambas, pollo con patatas, alitas y bebida. Aprovechamos para probar las gambas tailandesas que a Michel se le antojaron. No quedamos debajo de un árbol (en la sombra) relajándonos un poco antes de seguir con la ruta. La verdad es que nos gustó el camino hasta la playa pero luego al llegar nos decepcionó un poco porque había tanta gente que no se apreciaba lo bonita que era. Era de las pocas playas/calas que no ofrecía un parking justo al empezar la arena; eso nos gustó porque de esta forma cuidas un poco más la naturaleza y el entorno. Estábamos muy cerca de "Patong Beach" y nos la habían recomendado como una playa y una zona muy chula, con mucho ambiente y que la íbamos a disfrutar muchísimo. Cual fue nuestra sorpresa al llegar... no nos gustó en absoluto, ya que estaba llena de turismo europeo (muy parecido a Salou o Gandía) y abarrotada de atracciones acuáticas como jetskies y parasailing muy cutres. No es que digamos que no sea bonito eso, pero para nuestro gusto no lo fue; somos más de disfrutar otro tipo de cosas. La valoración general de esta playa y de la zona fue decepcionante; puede que fuese porque veníamos de playas más tranquilas y paradisíacas y nos topamos con un barrio lleno de turistas y una playa muy occidental, que no era lo que buscábamos en este viaje. Compramos crema solar del 50 y seguimos con la ruta hacia el norte de la isla; nos topamos con "Kamala Beach" y "Surin Beach", dos playa largas con hamacas para tumbarse y como en la anterior, mucho turista. Entre estas dos playas grandes existe una pequeña cala llamada "Laem Singh Beach" que merece mucho la pena. Pasamos a "Bang Tao Beach", una playa con puestos en los que se venden gafas y tubos de snorkel para poder disfrutar un poco de la fauna marina (aunque simplemente había peces amarillos y pequeños). Por último, fuimos a "Banana Beach" y allí aprovechamos para quedarnos un rato más ya que era la última playa que teníamos programada para este día. Nos gustó mucho porque era pequeña y coqueta, aunque como en todas, llena de turismo, barcas y aglomeración ya que llegaban muchas excursiones con turistas alojados en otras islas de Tailandia o de otras partes de Phuket.
Ruta en coche de la costa Suroeste de Phuket PDF
De ahí volvimos al hotel tras perdernos un poco porque nos habíamos quedado sin batería en los móviles y no teníamos ni idea de en qué zona nos encontrábamos ni hacia donde teníamos que ir. Cuando miramos por última vez el GPS en Banana Beach nos ponía que teníamos 50min en moto hasta el alojamiento... Lo teníamos complicado para llegar sin rumbo, así que decidimos empezar a preguntar hasta llegar a una carretera principal que nos llevaba directamente. Al final nos lo pasamos sin darnos cuenta y tuvimos que volver tras preguntar de nuevo a una pareja en un Seven Eleven. una vez en el hotel, nos dimos un baño en la piscina y nos duchamos para salir a ver "Old Phuket" a la noche. Nos había cundido bastante el día para haber estado disfrutando de cada playa que quisimos, así que estábamos más que satisfechos.
Una vez limpitos, estábamos más que preparados para volver a coger la moto e ir a visitar "Old Town Phuket". Nos sorprendimos bastante cuando llegamos y todo el barrio estaba apagado y tranquilo; no había nadie paseando por las calles y no se veía movimiento alguno. En las fotos habíamos visto casa de colores y ambiente con mercadillos; tenemos que decir que era bastante tarde por la noche pero aún así creíamos que habría gente por lo famosa que era esa zona. No pasa nada, nos adaptamos y cambiamos rápidamente de planes después de dar unas vueltas con la moto por muchas de las calles del barrio y hacernos una pequeña idea de la vida en esa zona. En nuestro camino de ida habíamos pasado por un mercado con luces y mucho ambiente que habíamos dejado atrás porque veníamos una idea clara de lo que queríamos visitar, pero al tener que improvisar nos decidimos por visitar aquel mercado y comprar los imanes que siempre cojo en cada país que visito.
El mercado se llamaba "Phuket Weekend Night Market" y no nos puedo encantar más. Lleno de puestos de comida, ropa, souvenirs, luces de todos los colores, música en directo, espacio para sentarse, batidos...y lo mejor de todo es que era ¡¡¡BARATÍSIMOOOOO!!! Empezamos por la sección de ropa, gafas y regalos porque tampoco queríamos perder mucho tiempo en ella; yo compré un conjunto para niña muy tailandés (para la niña de una amiga) y 3 imanes para la familia y para mí.
Pasamos a la sección de comida y nos comíamos todo con los ojos; queríamos probar de todo, y cuanto más raro, mejor. Habíamos muchos puestos de comida marina y todos cocinaban en el momento en el que te servían la comida. Empezamos con unos pastelitos de coco frito por 30THB/6 unidades, luego candrejo por 50THB/2 unidades, verduritas, calamares, hojaldres, unos saquitos que a mi personalmente no me gustaron nada... y para terminar un milkshake cada uno por 20THB/2 unidades. Aún queríamos meterle al cuerpo un crepe pero el milkshake llevaba plátano, fresas, leche, oreo y kit kat, así que no nos quedaba más hueco para llenar. Algunas cosas nos las fuimos comiendo mientras andábamos pero nos reservamos algo para sentarnos en la parte externa de la carpa y disfrutar de la comida escuchando a una niña cantando en directo. Nos encantó esa noche y todo resultó de una manera improvisada. Del mercado nos fuimos a la cama que teníamos un trayecto un poco largo en la moto y por la noche.






































Día 10: Sureste de Phuket y vuelta a casa (5/01/20)
Nos despertamos temprano para aprovechar nuestro último día en Tailandia. Desayunamos en el hotel porque era lo más barato aparte del Seven Eleven, pero nos apetecía disfrutar de un desayuno completo antes de abandonar el país. Nos montamos en nuestro medio de transporte (moto) y pusimos rumbo al sur de la isla. La primera parada la hicimos en un viewpoint para que luego no se nos echase el calor encima. La primera parada fue en una pequeña cala donde sabíamos que no nos íbamos a encontrar a mucha gente ya que el acceso no era tan accesible como en las demás. La cala se llamaba "Ta Keng Beach" y cuando llegamos estaba desierta; solo nosotros, el mar y la tranquilidad que teníamos en ese momento. Nos encantó pasar tiempo allí y encontramos un montón de pequeñas caracolas que corrían de un lado para otro. De ahí, fuimos a "Promthep Cape" sobre las 10:00h de la mañana y la verdad que disfrutamos mucho de las vistas porque no había mucha gente a esas horas y agradecimos la poca aglomeración; se podía pasear tranquilamente, arriba del todo había un faro y una plaza rodeada de elefantes de todos los tamaños , colores y formas; además, las fotos son maravillosas desde aquella punta de tierra, eso sí, el sol a pesar de ser pronto pegaba bastante. Después de pasear por cada rincón de este lugar, nos dirigimos a "Windmill Viewpoint" desde donde había unas vistas espectaculares junto a los molinos de viento. Tras visitar aquel lugar, llegamos a las playas que fuimos viendo sobre la marcha descendiendo del mirador por una carretera grande hacia el oeste de la isla, sin llegar hasta las playas del día anterior. topamos con un lago en medio de la carretera y divisamos desde allí una playa bastante concurrida pero con sitio suficiente para plantar las toallas, darnos un baño y estar descansando un poco. El nombre del lago era "Nai Harn Lake" y la playa de al lado "Nai Han beach". Había un aparcamiento enorme para motos y el ambiente era bastante familiar. Estuvimos allí una hora y media más o menos y decidimos irnos a visitar otra playa. Nuestra siguiente parada fue "Ao Sane Beach" y esta sí que nos gustó muchísimo; es una playa pequeña pero acogedora, hay espacio suficiente para bañarse, hacer snorkel y encontrar bichitos marinos en las rocas de alrededor. Esta como la anterior son playas más familiares que las del día anterior. Estábamos disfrutando mucho del día porque habíamos encontrado en cada playa la tranquilidad que estábamos buscando.
Como teníamos que dejar la moto en la empresa al medio día decidimos volver al hotel y avisar al personal de que ya habíamos terminado el día y queríamos devolver la moto. Fue más difícil de lo que imaginábamos ya que el trabajador del hotel que nos había indicado el sitio tenía el día libre y no había forma de localizarlo; nosotros pensábamos que siempre acudían a esa empresa de alquiler de motos (una mujer en su cochera junto a una lavandería) pero se ve que cada trabajador puede elegir la que crea conveniente. Sin saber donde acudir, estábamos muy perdidos y la mujer tenía el pasaporte de Michel como fianza (un descuido por nuestra parte) y no podíamos coger el avión sin él. Bufff, estábamos como locos cuando se me ocurrió intentar realizar de nuevo el camino que hicimos el primer día con el coche pero en esta ocasión con el Google maps. Fue un acierto y agradecimos poder recordar aquello. Nos acompañó hasta allí otro trabajador del hotel para llevarnos de vuelta con él tras dejar la moto. Lo que vino después mereció la pena ya que pedimos permiso para utilizar las instalaciones del hotel y poder darnos una ducha antes de irnos al aeropuerto. Fueron muy generosos y pudimos utilizar la piscina, la sauna y darnos una súper ducha relajante sin necesidad de deshacer la mochila por completo (había toallas, chanclas, gel y jabón en las duchas) . Desde el hotel contratamos un taxi hasta el aeropuerto y nos llevó divinamente durante la hora que se tardaba en llegar allí. Y aquí termina nuestro feliz y emocionante viaje por Tailandia.


Paraíso pequeño y tranquilo

