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XI
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Día 1: Ciudad de México y Teotihuacan
Llegamos al aeropuerto de Ciudad de México a las 4:30 de la mañana desde Madrid en un vuelo directo con Iberia (11horas). Tras pasar por un control de inmigración eterno cambiamos dinero (compra de € a 24,05$), compramos nuestra tarjeta SIM en OXXO con la compañía Telcel (140$ tarjeta + 100$ por 1200 GB de internet), cogimos un UBER con destino a nuestro hostel (Casa MX Centro) en el centro de la ciudad (70$) y en 20 minutos estábamos dejando las maletas en una consigna del hostel porque hasta las 15:00h no podíamos hacer el check-in. Decidimos irnos a dar una vuelta cuando las calles estaban vacías y las farolas aun estaban encendidas. Queríamos empezar por el famoso Zócalo pero de 7:00h a 9:00h de la mañana la plaza estaba cerrada a cal y canto porque había algunos altos cargos políticos (no tienen nada que ver las calles de Ciudad de México a las 7:00h de la mañana con lo que vimos a las 5:00h de la tarde). Por ello, pusimos rumbo a la calle principal del centro (Av. Francisco I. Madero) donde nos encontramos con algunas Iglesias como el Templo de San Francisco para llegar hasta la Torre Latinoamericana. Esta torre tiene un mirador para divisar la ciudad aunque nosotros no subimos porque era muy temprano y todavía estaba cerrado. De ahí pasamos a la plaza del Palacio de Bellas Artes que, desde mi punto de vista, es espectacular. Fue obra del arquitecto italiano Adamo Boari, que trajo todo el mármol de Italia, aunque no lo terminó y por ello se puede apreciar algún cambio en la construcción. Nos adentramos en el parque de la Alameda (no es muy grande) y estuvimos paseando tranquilamente mientras amanecía. La verdad que ver la ciudad así es un lujo. Mientras volvíamos a las calles más céntricas estuvimos buscando taquerías callejeras para probar un taco mexicano en condiciones pero, como no, todas estaban preparándose para abrir pero sin servir nada. Al final encontramos un puesto de quesadillas y nos decantamos por una de carne y otra de papas (15$ cada una). Mientras andábamos nos topamos con el edificio del Banco de Mexico, el edificio de Correos (qué luego volveríamos de nuevo) y la Casa de los Azulejos. En esta casa hay un restaurante donde se puede comer a buen precio.
A las 9:00h de la mañana nos está esperando Mario en la puerta del hotel, ¡sería nuestro guía durante toda la excursión a Teotihuacán, el Santuario de Guadalupe y Tlatelolco! La excursión la cogimos desde España a través de “Get your guide” y nos costó 40,5€/persona. Puedes hacer lo mismo de forma mucho más barata, pero en este caso, nosotros fuimos solos con nuestro súper guía y nos dio todo tipo de explicaciones. La verdad que te quedabas alucinada de toda la información que sabía y todas las historias y leyendas que nos contaba. Pasamos un buen rato y mereció la pena haber pagado más dinero por este servicio. Además, Mario era un excelente fotógrafo y no se cansó de inmortalizar cada momento. La excursión duró unas 7 horas entre el viaje de ida y vuelta; incluía la visita a la plaza de las 3 culturas (Tlatelolco) , donde nos explica la sucesión en el tiempo de la cultura azteca y maya (culturas prehispánicas) y la cultura hispánica con la llegada de Hernán Cortes.
Después nos trasladamos a la hermosa Basílica de Guadalupe. En ella se encuentra la propia basílica hecha para el viaje que Juan Pablo II hizo a esta ciudad en 1985 ya que las demás iglesias eran demasiado pequeñas y estaban deterioradas para dicho acontecimiento. Dentro del recinto podemos encontrar la parroquia de los indios, la capilla del pocito, el carillón, la plaza mariana, y la parroquia de las capuchinas que está inclinada. La Basílica impresiona por la altura desde dentro y el material de la construcción; hay alrededor del altar principal 11 diferentes salas abiertas en las que se puede celebrar misas simultáneas y se hizo de tal forma que el sonido no salía ni entraba de las capillas laterales. A la salida de la Basílica hay muchos puntos de venta de souvenirs de carácter religioso enfocados a la virgen de Guadalupe.
De ahí, con Mario y nuestro conductor Alfonso, nos trasladamos a Teotihuacán. Antes de llegar a las ruinas de la hermosa ciudad paramos en un restaurante el cual iba a ser el lugar en el que comeríamos después. Aquí, nos dieron una breve explicación de la raza de perro propia de este lugar (el perro xolotlizcuintli que no sabía ladrar y tuvo que aprender por imitación a unos perros posteriores; además, no tiene nada de pelo a lo largo de su vida), una bebida típica (el pulque viene de la planta agave y tiene efectos sexuales en los hombres) y una piedra (oxidiana) que da energía a los habitantes de Teotihuacán (teotihuacanos) y les protege de los malos pensamientos de los demás.
Empezamos a ver lo que era la ciudad de Teotihuacán y en primer lugar vimos la Pirámide de la Luna, la cual es la más grande tanto en altura como en extensión. Seguimos caminando y nos topamos con la Pirámide del Sol, la más importante en la antigua civilización de los Teotihuacanos. Recorrimos los 3 km que unen la entrada al recinto con la última salida (número 1) mientras Mario nos iba fascinando con cada leyenda y cada explicación que nos daba. Era un guía que sabía de lo que hablaba y le gustaba mucho su profesión, ponía mucho carisma y mucho empeño en todo lo que nos contaba.
Una vez terminada la excursión y como ya he puesto anteriormente, comimos en el restaurante donde nos habían dado la explicación de esta cultura tan antigua. Elegimos comida muy típica mexicana como el arroz, queso fundido, carne de cordero cocinada bajo el suelo y acompañada de frijoles, más arroz, consomé, planta de agave hervida y unas tortas de maíz para hacer los tacos. La comida nos costó 558$ (24€) y nos tomamos un chupito muy divertido de tequila cortesía de la casa; se daban tres golpes, te tapaban los ojos y te lo tenías que beber de trago.
Después de la comida regresamos al hotel, teníamos una hora de viaje y llegamos a eso de las 5:00h de la tarde. Como no queríamos que se nos hiciera de noche ya que nos daba un poco de respeto ir caminando solos cuando ya había caído el sol, aprovechamos lo que quedaba de tarde para ir a ver la Oficina de Correos por dentro ya que nos habían dicho que se conservaba todo el hierro forjado de antaño y que era algo diferente; a mi me recordó a la película de Mery Poppins. También fuimos a la Plaza Garibaldi donde se reúnen todas las tardes muchos mariachis para deleitar a la gente que está sentada en las terrazas; eso sí, con precio pagado por adelantado. La verdad que no tocaban muy bien así que nos sentamos en una terraza, nos tomamos una cerveza y nos fuimos de allí porque no nos gustó mucho el ambiente. No es algo que recomendemos para visitar si estás pocos días en CDMX. Al volver nos empezó a llover y nos tuvimos que meter en una tienda de ropa para refugiarnos. Son normales las lluvias en esta temporada del año (de mayo a septiembre). Ya eran las 7:00h de la tarde y nos fuimos a nuestro hostel para darnos una ducha y salir un rato después. No paraba de llover y decidimos descansar para madrugar al día siguiente y poder aprovechar todo el día.
Día 2: Ciudad de México (Centro, China Town y Coyoacan)
Nos levantamos y fuimos a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México tras parar en una franquicia de cafeterías llamada "Esperanza" donde nos compramos una Dona y un Bollo dulce típico de los desayunos mexicanos (15$). La entrada a la Catedral es gratuita, abre a las 8:00h y merece la pena verla ya que es diferente a otras que habíamos visitado anteriormente, ya que está dividida en 3 partes. El coro es impresionante y el altar digno de visitar. Después de la Catedral fuimos andando hasta China Town (barrio chino) pero el ambiente de la mañana no es como el de la tarde-noche ya que muchos puestos de comida están cerrados y las calles están más vacías. En la calle principal se encuentran los típicos farolillos chinos, la puerta de entrada china y un montón de paraguas coloridos colgados del techo; había una cantidad descomunal de policías formados como si algo hubiera pasado, preguntamos a un lugareño y nos explicó que estaban concentrados ahí y que en un rato se iban. Ni cortos ni perezosos pasamos por el medio de todos estos policías y aún nos paramos a echar alguna que otra foto con los paraguas. Del final de la calle, cogimos un UBER que nos llevó al Ángel de la Independencia y como no, estaba en obras. No podía ser de otra manera, siempre me toca todo en obras. Fotito y a por otro UBER que nos llevase al Museo de Antropología.
Para cuando llegamos al museo eran las 9:50h de la mañana y este no abría hasta las 10:00h; estuvimos esperando y nos pusimos en la cola a la hora de la apertura. La entrada nos costó 80$ a cada uno pero la verdad es que merece la pena porque el museo es muy grande y recoge muchísima historia y cultura de México. Tras 2 horas aproximadas en el museo salimos para coger otro UBER (como podéis comprobar, nos movíamos con todos ubers) con destino al Distrito de Coyoacan, pero justo en la puerta del museo, en el Bosque de Chapultepec, estaban los Hombres voladores tan típicos y famosos de esta ciudad. Estuvimos contemplando el espectáculo y nos fuimos hacia Coyoacan para encontrar algún lugar donde comer; y que mejor que una cantina mexicana en un barrio de casas coloniales y de calles empedradas. Este distrito nos encantó por la calidez de sus calles y de sus gentes. La primera parada la hicimos en el Mercado de Coyoacan, de ahí nos fuimos a comer a la cantina “La Coyoacana” (una de las cantinas familiares por tradición) y después a la Plaza Hidalgo, donde se encontraba el Mercado de Artesanía. Seguimos callejeando un poquito hasta encontrar la famosa Casa-museo de Frida Kahlo. No pudimos entrar en el museo porque las entradas estaban agotadas desde hacía una semana y solo se vendían por internet. Cada entrada cuesta 10$ y os recomiendo que las cojáis con mucha, pero mucha antelación.
Cogimos un UBER y volvimos a nuestro barrio para poder ir al aeropuerto dirección CANCÚN con el tiempo suficiente por si había mucho tráfico. Cual fue nuestra sorpresa al llegar… ¡¡VUELO CANCELADO!! El aeropuerto de Cancún cerró debido al huracán Grace que iba a entrar en Mexico por Quintana Roo y Yucatán. El siguiente vuelo nos lo dieron para las 7:00h de la tarde del día siguiente, así que poniendo la otra mejilla volvimos a coger otra habitación en el mismo hostel (Hostal MX centro-CDMX) y volvimos de nuevo con el UBER. Todavía nos dio tiempo de una ducha rápida y salir a ver las luces que decoraban toda la Plaza de la Constitución con motivo de los 500 años de resistencia indígena. Estaba toda la plaza iluminada con motivos relacionados con la temática. Vimos iluminados la Catedral y el Palacio Nacional, situado en la misma plaza, y volvimos a casa.








Día 3: Ciudad de México (Polanco y Bosque de Chapultepec)
Nos permitimos dormir un poquito más (hasta las 8:00h) ya que el día anterior había sido duro por la cancelación del vuelo y todos los cambios que eso conlleva. Fuimos directos (con Uber) a una cafetería que nos habían recomendado en Barrio de Polanco; se llamaba la “Maison de Belen” y es una cafetería muy cuca con una atmósfera muy tranquila para empezar bien el día. Desayunamos una mimosa (zumo de naranja con vino blanco), huevos benedictinos y nuestros cafecitos. De ahí nos fuimos andando (estábamos hartos del coche) hasta la joyería con ese rincón tan Instagrameable (MÉXICO MI AMOR) como lo tiene “TANE”. Entramos a la tienda y la verdad que fueron súper amables; tanto, que hasta la persona que había de seguridad fue quien nos echó la foto porque no pasaba nadie más por la calle. Seguimos andando hasta el Museo Soumaya y el Museo Jumex en el mismo barrio de Polanco. El primero es un edificio espectacular y moderno, digno de ver y de fotografiar; el segundo tiene un coche un tanto peculiar en la entrada, está colocado de forma vertical. Por el camino hacia ellos contemplamos todas las tiendas de lujo y los edificios de diseño del barrio. Uno de los más espectaculares fue el del centro comercial "El palacio del hierro" porque su tejado era completamente abohardillado. Entramos también en otro centro comercial llamado "Antara Fashion Hall" famoso por sus tiendas de marca y su decoración en el interior del "mall".
Con otro UBER pusimos rumbo al Castillo de Chapultepec; por cierto, el tráfico en esta ciudad es horroroso y tardas más de la cuenta en llegar a los lugares, aunque en 30 min, desde donde estábamos alojados nosotros, se llega a todos lados). Llegamos al parque y paseamos como buenos turistas escuchando los gritos de vendedores y camareros hasta llegar a unos lagos desde donde se pueden apreciar los grandes edificios de la ciudad al fondo. Para entrar al castillo tuvimos que pagar una entrada de 80$ por persona más 10$ para la consigna (no te dejan entrar ninguna mochila un poco más grande que el bolso de mano). El castillo fue más grande de lo esperado y empleamos más tiempo en visitarlo. A mi estas cosas no me van mucho pero sí que creo que merece la pena aunque como ya digo, no soy muy objetiva porque soy más de disfrutar la naturaleza. Después de recorrer todo el castillo con sus jardines y pasear por el parque tranquilamente, nos dirigimos con otro UBER hasta nuestro hostel para ir al aeropuerto con miedo de que nos volviesen a cancelar el vuelo de nuevo (yo no podía estar otro día más en la ciudad, me agobia tanto tráfico y tanto alboroto; aunque siendo sincera, la disfruté muchísimo y con más calma). Le dijimos a nuestro conductor que esperase fuera del hostel porque simplemente cogíamos las mochilas y salíamos para no perder tiempo en buscar otro conductor.
Una vez en el aeropuerto, empezaron otra vez los problemas; vuelo retrasado, no salía en la pantalla, mucho nerviosismo de la gente… ¡un CAOS!
Al final volamos un poco más tarde pero para las 10:30h de la noche estábamos en CANCÚN. La forma más rápida de llegar al centro de la ciudad es con uno de los taxis que esperan en el aeropuerto pero te piden 700$ (precio fijo) y nos pareció demasiado. Nos decidimos por la opción más económica y que no es del todo lenta: ADO + taxi hasta el bed & breakfast Pecarí (100$/persona + 120$ taxi = 320$). Creo que hubiésemos podido conseguir el taxi más barato pero ya era tarde y teníamos que llegar al alojamiento porque el check in era hasta las 23:00h y ya íbamos con retraso. La chica nos atendió muy bien a la llegada y nos dijo que el check in lo haríamos cuando nos fuésemos porque en ese momento era demasiado tarde para ella. con el cansancio de todo el día nos metimos a dormir tranquilos porque, por fin, habíamos llegado a la Riviera Maya.
Día 4: Cancún y Playa del Carmen
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Teníamos el desayuno incluido así que salimos a la terraza y Andrea (el dueño del hostel) nos preparó un rico y variado desayuno recién cocinado. Le hicimos varias preguntas para los días siguientes y nos recomendó que visitásemos un pueblo hippie llamado Mahahual, lo apuntamos y seguimos con nuestra ruta. Un taxi contratado por el alojamiento (nos salió más barato = 120$) nos llevó hasta el lugar donde habíamos alquilado nuestro medio de transporte que nos acompañaría hasta el final de nuestro viaje; NUESTRO CHEVROLET. Lo alquilamos con América rental car y nos costó unos 400€ para 10 días a todo riesgo (necesitábamos una tarjeta de crédito para que te retuvieran 1000€ por si acaso). Decidimos cogerlo a todo riesgo porque nunca sabes lo que te puede pasar en estos casos y cualquier cosita pequeña te cuesta bastante dinero a la hora de repararla. Con nuestro “carro” pusimos rumbo a la Zona Hotelera de Cancún para realizar nuestra primera parada en Playa delfines. Se podían observar las consecuencias que había dejado el huracán ya que estaba todo destrozado. Aún así, pudimos tener nuestro primer contacto con el caribe mexicano. De ahí pasamos a Playa Tortuga y para llegar hasta esta playa pasas por un paseo lleno de bares, restaurantes y hoteles que nada tiene que envidiar a las Vegas. Es impresionante lo que tienen montado a lo largo de toda la costa. De playa tortuga condujimos hasta el letrero de Cancún (en el mismo paseo y el primero de muchos que veríamos por todos los pueblos que visitamos) para ir rumbo al Cenote Azul de Playa del Carmen. Al llegar nos dijeron que cerraba a las 17:00h pero que a esa hora (15:30h) ya estaba tan lleno que no entraba más gente por lo que dimos la vuelta y nos dirigimos a la Playa de Xpu-Ha que también se veía demasiado afectada por el huracán y el temporal de aquellos días (chiringuitos llenos de arena, sombrillas rotas y arrancadas, gente limpiando y recogiendo, suciedad…), además, el sargazo nos perseguía allá donde íbamos. Ahí tuve mi momento de bajón porque las cosas no estaban saliendo como nos habíamos imaginado al coger, ilusionadísimos, nuestras vacaciones a Riviera Maya. Ponemos de nuevo la otra mejilla (2ª vez ya) y cambiamos el chip ya que no nos podíamos estar lamentando por algo que no podíamos controlar.
Pasamos un buen rato en la playa con unas cervecitas, paseando y probando el agua calentorra del caribe. Cuando ya se estaba yendo el sol, decidimos volver a Playa del Carmen para darnos una ducha y poder ver el ambiente de esta ciudad. Aparcamos el coche en la zona blanca (de pago) que había en la calle paralela al hostel porque nos costaba 10$/hora y se pagaba de 10:00h a 22:00h; nosotros íbamos a estar 5 horas y nos salía más barato que en uno de los parking “privados” que costaban 20$/hora o 200$ todo el día. El hostel (WABI Hostel) estaba súper céntrico y pudimos salir andando a la calle principal (5ª avenida) para pasear, disfrutar de los chiringuitos y tomarnos algún cóctel. No podíamos seguir el día sin comer algo, por lo que comimos unos trozos de pizza de un puesto que había cerca llamado Pizzas Valentina (67$ por 2 trozos de pizza).
La verdad que el ambiente para una noche está bien pero no era lo que nosotros íbamos buscando; mucha gente, música muy alta, grandes pubs, discotecas… bajamos a los chiringuitos de la playa y vimos un espectáculo con fuego como el que habíamos visto en Phi Phi Island; pero no consumimos, simplemente lo vimos desde la playa. Cenamos en un italiano (Eat italy) porque ya nos cansábamos de los tacos y de las enchiladas. Para bajar la comida dimos otro paseo y encontramos una tienda llamada “Suvenirs” donde encontramos nuestro imán perfecto. No queríamos irnos a casa tan pronto y nos sentamos en un pub muy chulo con espacios abiertos llamado “El jardín secreto” en el que tomamos unos cócteles y de ahí nos fuimos a nuestro albergue para disfrutar un poco de la súper terraza. En playa del Carmen hay una cervecería muy famosa en la que tienen muchas ofertas de cervezas y un bar-restaurante llamado “Tropical” donde estaban las cervezas a 2x1. En la playa había mucho sargazo, por eso ni si quiera la mencionamos como lugar de interés.
Día 5: Cenote Azul, Akumal, Tulum y Mahahual
Nos despertamos prontito y subimos a la terraza del albergue porque teníamos el desayuno incluido en el precio (huevos revueltos, tostadas y leche con cereales). Como fuimos 10 minutos antes la mujer no fue muy simpática a la hora de servirlo. Cogimos nuestro “carro” de la zona de pago y nos fuimos al Cenote Azul que el día anterior nos habíamos encontrado tan abarrotado de gente. Llegamos sobre las 9:00h y estábamos prácticamente solos. La entrada fueron 120$/persona y hay duchas, baños y aseos para cambiarse (alquiler del equipo de snorkel 70$/unidad). Antes de llegar, paramos en un Walter (supermercado) para comprarnos los equipos de snorkel ya que no queríamos alquilar porque nos iba a salir más caro a lo largo de las vacaciones. La idea era traernos nuestra máscara de casa pero cogíamos un vuelo interno y no facturábamos, así que la mochila tan llena podía causarnos algún problema. Con el equipo de snorkel y agua para después del cenote nos fuimos a disfrutar de un agua turquesa y con muchos recovecos donde ver peces de colores.
Pasamos bastante rato porque la gente tardó en llegar y queríamos aprovechar la tranquilidad y el encanto del lugar; para nosotros fue el cenote más bonito y diferente de todos, si tuviéramos que decantarnos por uno, sin duda sería este.
A las 2 horas nos dirigimos con nuestro coche a la Playa de Akumal para ver las famosas tortugas. Aquí hay que tener cuidado porque te intentan vender el tour y cobrar por absolutamente todo. Nosotros aquí fuimos espabilados y nos metimos en un restaurante del inicio de la playa para no tener que pagar parking ni entrada. El restaurante se llamaba Lol-Ha y simplemente pagamos la consumición por 120$ para utilizar el baño y acceder a la playa. De otra manera, hay que pagar el parking (20$/hora aproximadamente) y la entrada a la playa 150$/persona; esto sin contar que contrates el tour para ver las tortugas (250$/persona). Nosotros no quisimos ver las tortugas al final porque vimos que era atracción turística total y no quisimos participar de ello. A mi no me importaba porque ya había visto tortugas en mi viaje a Maldivas y Michel dijo que no iba a pagar tanto por ver a unas tortugas que estaban prácticamente en la orilla de la playa. Otra opción es alquilar un chaleco por tu cuenta (150$/chaleco aproximadamente) y acceder a la zona de las tortugas. Por lo que vimos, hay un guardia que se encarga de interceder cuando vas a verlas sin tu guía, así que no creemos que sea muy recomendable. Personalmente, no creo que sea el mejor sitio para el avistamiento de las tortugas porque no están totalmente en su hábitat natural.
Estuvimos un rato largo tomando el sol y bañándonos en esas aguas, que si no fuese por el sargazo, serían idílicas y nos fuimos hacia Tulum para ver un poquito la zona hotelera por encima ya que no íbamos a hacer ni siquiera una noche allí. Nos dejó bastante que desear porque el camino estaba muy mal para el coche y nos pareció que podían invertir un poco más en esas infraestructuras ya que los hoteles y restaurantes que hay no son precisamente baratos. Simplemente vimos un poco el ambiente y nos echamos alguna foto con las entradas de estos hoteles y restaurantes que no tienen desperdicio. En una de esas paradas, nos intentaron forzar la puerta del coche y menos mal que llegamos a tiempo porque llevábamos absolutamente TODO: mochilas, carteras, pasaportes… nunca las dejamos en ningún sitio pero era simplemente el momento de la foto y no nos costó ni un minuto. Así que, CUIDADO con este tipo de cositas. Paramos en el "Restaurante Conestesia", en el "Hotel Ahau", en los letreros de "La Cervecería" y en el bar "Lolita lolita". De vuelta por el mismo camino cogimos a una chica argentina que estaba haciendo autostop para volver al comienzo de la zona hotelera ya que era vendedora ambulante y dejaba la bicicleta al comienzo e iba vendiendo a lo largo de toda la playa. El viaje con ella fue entretenido mientras nos adelantaban bicicletas y motos de turistas. La playa estaba con mucho sargazo y la idea que llevábamos al principio de quedarnos un ratito se truncó por completo.
Cambiamos planes y nos fuimos directamente a Mahauhal (a 2 horas en coche) ya que era el pueblo que nos había recomendado Andrea, el chico de nuestro bed and breakfast en Cancún. Nos dijo que era un pueblo hippie y con mucho encanto. No se equivocaba; tenía un encanto especial aunque lo único que tiene para hacer es estar en la playa. Dar un paseo por el malecón es un MUST y por la noche tienes todo restaurantes con una decoración muy hippie y con camas en la playa para disfrutar de un momento de relax. También hay un faro al final del malecón con las letras de “MAHAHUAL” al pie de él. Nosotros cenamos en el restaurante "Yaya bar" y nos pareció un poco caro para la calidad de la comida; aunque el sitio era mágico y eso también se paga. De ahí fuimos paseando hasta nuestro Hotel Jardín Mahahual.
Día 6: Bacalar (Pueblo Mágico)
Nos despertamos temprano para ver el amanecer en uno de los muelles y tuvimos tan mala suerte (para seguir con la mala racha) que no salió ni un rayo de sol, así que decidimos tomar un café con una tartaleta típica del sitio y de la cafetería “La tartaleta”. Nos dimos un paseo hacia el otro lado del malecón para ver el ambiente mañanero del pueblo y pusimos rumbo al pueblo mágico de Bacalar. Después de 1 hora en coche llegamos a nuestro nuevo destino y como no podíamos hacer el check in todavía, dejamos el equipaje en el Hotel Sur Bacalar (súper recomendado) y nos fuimos a uno de los cenotes más especiales de la laguna. Decir que ya de entrada y desde el coche, la laguna era algo de otro planeta, nunca había visto nada parecido. Los colores se multiplicaban y no sabía hacia donde mirar. Dejamos las mochilas en el hotel y nos fuimos al “Cenote Cocalitos” porque nos habían dicho que podíamos ver los famosos estromatolitos que se forman en las orillas. Nos cobraron 50$ por persona y 30$ de la consigna. La verdad es que se estaba muy a gusto porque tenía columpios en el agua, hamacas y no cubría apenas para poder ir andando sobre la arena.
Estando en el cenote, conocimos a una pareja de españoles que nos dijo que ellos habían hecho la excursión en barca por la laguna y que merecía la pena. Sin pensarlo dos veces nos fuimos a buscar el mejor precio para nuestro tour de 2 horas recorriendo la laguna. Normalmente te cobran 250$ por persona pero nosotros conseguimos rebajarlo a 200$/ persona. Esperando en el embarcadero para que nuestro guía viniese a buscarnos con su lancha conocimos a tres mexicanos que estaban pasando un rato en la palapa pública. No tenían pensado subir a disfrutar de la laguna en barca pero al final se animaron y desde luego que la experiencia sin ellos no hubiera sido igual. Risas, cervezas y fotos para el recuerdo fueron la tónica durante la travesía a la vez que visitamos el Cenote Negro con forma de tubo, Cenote Esmeralda con forma de herradura y el Cenote Cocalitos por fuera. También nos llevaron a un Hotel Abandonado donde pudimos bañarnos aunque con algún problema ya que empezó a caer el diluvio universal durante 10 minutos. Seguimos con el bote que nos llevó a Playa Pirata y a un bar que quedó a media construcción ya que las autoridades no dejaron al final edificar un negocio de ese tipo en medio de la laguna. Hicimos otro baño en esa zona y nos comentó el guía que anteriormente se hacían exfoliaciones pero que desde hacía un año no se podía porque hubo un huracán y tienen que recuperar la zona poco a poco.
Volvimos al lugar de partida y ahí acabó nuestra excursión por la Laguna de Bacalar. Con nuestro guía, recomendamos la experiencia 100% ya que además, nos dio el nombre de algunos restaurantes para comer bueno, bonito y barato. Decidimos hacerle caso y fuimos a comer a “La Playita”; un restaurante enorme, con una decoración muy apropiada para el lugar y con un comida deliciosa. Comimos un pulpo a la brasa y un puerco con salsa que estaba para chuparse los dedos. Empezó a caer una tormenta tremenda y tuvimos que volver a casa bajo la lluvia porque esta no paraba y el coche lo habíamos dejado en el mismo hotel porque sólo teníamos 200 metros hasta el restaurante. Hasta aquí nuestro día porque ya no paró de llover en toda la tarde. Estaréis diciendo… pero bueno, aunque llueva se pueden hacer cositas con el paraguas o con un chubasquero; eso era imposible porque las tormentas tropicales no tienen nada que ver con las tormentas o las lluvias que tenemos nosotros. Así que, desafortunadamente, no pudimos hacer nada más que estar descansando en el hotel (menos mal que habíamos cogido uno cómodo y amplio).
Otra de las recomendaciones de nuestro guía fue la de tomar unas copas de tardeo en el "Parque Nacional Maracuya" ya que podíamos coger kayaks mientras tomábamos algo.
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Día 7: Amanecer en Bacalar y Valladolid
Madrugamos (6:00h) para ir al embarcadero ecológico para poder ver un amanecer de ensueño desde una de las palapas públicas (hay muchas que pertenecen a los restaurantes y bares). Estábamos muy poca gente viéndolo y pudimos estar tranquilos disfrutando de ese fenómeno de la naturaleza. Siempre es un placer levantarme pronto para esto y sé que nunca me cansaré de contemplar la salida y la entrada del sol. Fuimos a desayunar a un restaurante llamado "Savora Bacalar" porque nos lo incluía en el precio de la habitación y la verdad es que las raciones de desayuno eran bastante grandes y la calidad muy buena. El pueblo mágico es famoso también por su arte callejero y antes de irnos de allí quisimos ver algunos de los murales que había en las paredes, muchos de ellos relacionados con su artista por excelencia, Frida Kahlo.
Volvimos a nuestro hotel para coger las cosas y poner rumbo a Valladolid bajo una serie de tormentas a cada cual más oscura, teníamos que ir conduciendo bastante despacio porque no se veía mucho y había muchísimos baches en la carretera. Tras tres horas de coche y parando en algún OXXO a comprar agua y algo para comer, llegamos a Valladolid. Queríamos ubicarnos primero en el hotel para poder ir más relajados a visitar los lugares sin tener las mochilas metidas en el maletero. Hicimos el check-in y nos recomendaron ir a 2 cenotes (X´kekén y Samula) que se encontraban muy cerca de la ciudad y que se estaban prácticamente unidos en el mismo área. Pagamos 125$/persona por entrar a los dos, aunque el alquiler del chaleco (obligatorio) no estaba incluido y te cobraban 70$ más por persona. Podías bañarte en los dos cenotes, tanto en el Xkeken como en el Samula pero había que alquilar los chalecos de manera independiente así que al final salía un poquito caro. Son cenotes oscuros y con estalactitas y estalagmitas que caen del techo creando formaciones impresionantes. Nosotros sólo nos bañamos en el primero y tampoco lo disfrutamos mucho porque estaba todo el mundo callado, no había pececillos para hacer snorkel y tampoco había nada desde donde tirarse y “jugar” un rato; personalmente, no volvería a pagar por entrar a ellos ya que hay cenotes más baratos y espectaculares en los que puedes disfrutar de igual manera. Tras secarnos un poco para poder meternos en el coche nos fuimos a Valladolid para ducharnos y poder ver la ciudad sin que fuese completamente de noche.
Al primer sitio que intentamos acceder fue a un cenote que hay en el centro de la ciudad y que casualmente estaba al lado de nuestro hotel. Volvimos a tener mala suerte con el "Cenote Zaci" porque justo estaban arreglando algo de la tierra debido a peligro de desprendimiento. De allí nos fuimos a ver la Iglesia de Santa Ana (iglesia amarilla, antigua pero muy típica del país) y en la misma plaza encontramos el Parque de Santa Ana y el Monumento a los niños héroes de Chapultepec. Volvimos al centro de la ciudad por la calle principal mientras contemplábamos las casas de estilo colonial y las tiendas de calaveras y hamacas; nos hubiésemos traído cualquiera de ellas pero había que declararlas e iba a ser complicado. Llegamos al parque principal de la ciudad, "Parque Principal Francisco Cantón Rosado" y encontramos un montón de puestos de comida en los que compramos las típicas y famosas marquesitas de Yucatán; parecidas a las crepes francesas pero enrolladas y, en mi caso, rellenas de nutella, fresas y plátano (50$); aunque las más típicas son las rellenas de nutella y queso bola.
Con marquesita en mano dimos una vuelta por la plaza y divisamos la Iglesia o Catedral de San Servacio (la principal en la ciudad) y cogimos dirección C.14 (calle 14). Es muy curioso porque todas las calles son números y cuando preguntábamos cómo llegar a cualquier sitio siempre nos indicaban como si estuviésemos en Nueva York: está en la 42 con la 49. Nos encantó esta manera de ubicarse porque así sabes si vas en la dirección adecuada siguiendo simplemente el orden numérico. Seguimos recorriendo las calles con sus casas tan coloridas por la Calzada de los Frailes hasta llegar al Parque Sisal donde se encontraba el letrero con el nombre de la ciudad y la Parroquia de san Bernardino de Siena con su ex-convento. Eso sí, por el camino encontramos algunas tiendas locales de souvenirs y no pudimos resistirnos a comprar unas pulseritas hechas a mano. La tienda se llamaba "Huracanes d´Artesano" y nos costaron 60$/2 pulseras. Lo más destacado en esta zona es el espectáculo de luces llamado "Noches de la Heroica" en el que se proyectan imágenes de la historia de Valladolid mientras se narran a su vez. Al ir en plena pandemia no pudimos disfrutar del espectáculo pero nos hemos informado y sabemos que ha comenzado de nuevo todas las noches de la semana a las 21:00h en español y a las 21:30h en inglés. Esperamos poder disfrutarlo en otra ocasión porque sin duda volveremos a Valladolid.
Nos apetecía patear la ciudad de arriba a abajo porque el tiempo nos estaba respetando bastante y no sabíamos cuándo podía acabar, así que nos fuimos sin rumbo hasta encontrarnos con el Parque San Juan (C.49 con C.40) en donde había un grupo de mujeres bailando zumba de forma gratuita. Ni corta ni perezosa, me quité las sandalias y me puse con ellas a bailar descalza. Todas fueron muy amables y me acogieron sin dudarlo; pasé un rato muy entretenido y disfrutando de los aspectos menos turísticos, pero más enriquecedores, de viajar. En este parque se encuentra también la Iglesia con el mismo nombre.
Después de un buen rato, nos dirigimos a cenar porque ya se nos había echado la noche encima y queríamos ir a un restaurante que nos había recomendado el recepcionista de nuestro "Hotel Casa Rico".
Volvimos a la plaza principal para no perdernos la catedral iluminada y la fuente del parque con cambio de colores. Descansamos un poquito en los bancos mientras disfrutábamos del ambiente de la ciudad. El restaurante se encontraba en la Calzada de los Frailes (calle bastante transitada y céntrica) pero nos costó un poco encontrarlo ya que estaba oscuro; tuvimos que preguntar a los lugareños que se encontraban en ese momento "tomando la fresca". El bar- restaurante se llamaba "La Mezcalería Don Trejo" y tenía un jardín y una terraza espectaculares para poder disfrutar de la deliciosa cena que vendría después; lo recomendamos al 200% porque además tenía música en directo. Tras dejar los platos vacíos nos metimos dentro del bar para poder tomar una cerveza (Victoria, Pacífico o Sol) y escuchar mejor a los músicos; estos eran tan simpáticos que en el descanso se pusieron a hablar con nosotros y nos recomendaron un montón de sitios locales (cenotes) más bonitos y baratos para poder visitar al día siguiente. Como ya podéis comprobar, nosotros siempre hacemos caso de los locales.
Estuvimos hasta media noche en el bar y nos fuimos a dormir porque al día siguiente teníamos "tralla".
AQUÍ QUIERO HACER UN PEQUEÑO INCISO --> Si no pongo donde hemos comido quiere decir que nos hemos comprado un sándwich con un agua en el OXXO o Seven Eleven por 50$ el combo y hemos seguido en ruta.
Día 8: Chichen Itzá, Cenote Ik-kil, Cenote Tekom y Holbox
Queríamos levantarnos pronto para llegar lo antes posible a la entrada de una de las 7 maravillas de mundo: CHICHEN ITZÁ. La apertura de puertas es a las 8:00h de la mañana y nosotros llegamos sobre las 8:30h; aún así llegamos cuando casi no había gente esperando para entrar ni dentro del recinto. Nosotros recomendamos madrugar no solo por la gente sino también por el calor que hace conforme va pasando la mañana. Pagamos nuestro tíquet del parking por 80$ y la entrada al recinto de 533$ por persona. Sobre todo recomendamos llevar REPELENTE DE MOSQUITOS, CREMA SOLAR, GORRO y AGUA (esta última hay que comprarla dentro porque no te dejan pasar botellas en el control; es bastante cara pero hay que pagar el precio de turista: 45$/botella). Como siempre digo... aunque hayamos visto miles de fotos en internet de esta maravilla, no es comparable a cómo es cuando estás delante y la tienes "a tus pies". Me pareció impresionante y un sitio lleno de magia y buena energía. Todas las historietas y leyendas que nos había contado Mario (nuestro guía del primer día en Teotihuacán) sobre este sitio se me venían a la cabeza y entendí mucho mejor el por qué esta pirámide es una de las 7 maravillas del mundo.
Tras echarnos un montón de fotos y quedarnos embobados mirando la pirámide un buen rato sentados en el césped que la rodea, nos fuimos a descubrir las demás partes de la zona arqueológica. En este caso no cogimos guía porque ya nos habían contado mucha información durante los días anteriores sobre el sitio y creímos que con eso teníamos más que suficiente. Se pueden coger las visitas guiadas en grupo y así te ahorras algo de dinero (nosotras lo hicimos en nuestro viaje a Perú a la hora de visitar MACHU PICCHU). Comprobamos el eco conocido como “la cola de quetzal” en principio por su semejanza con el sonido emitido por este animal. Al aplaudir frente a la escalinata principal de la pirámide se produce un efecto acústico como resultado de la interacción del campo acústico generado por el aplauso con la estructura periódica de las escaleras. Es muy interesante de conocer y de escuchar.
También visitamos la parte donde se encontraba el juego de pelota más grande de Mesoamérica que fue utilizado de marcador solar ya que para los mayas el sol era un elemento de máxima ritualidad. Como ya había demasiada gente en el recinto y nosotros ya llevábamos unas 2 horas allí, decidimos pasear por los alrededores mirando los puestitos de souvenirs (están en cada rincón) y compramos unas pirámides pequeñitas por 20$ en total para llevar a casa. A la salida el parking estaba lleno de coches y autobuses; por eso se aprovecha muchísimo más si madrugas un poquito.
Salimos del recinto completo de Chichen Itzá y nos dirigimos a un cenote bastante famoso, el "Cenote Ik-kil" (150$/persona con chaleco incluido). Nos lo esperábamos abarrotado de gente y sin poder disfrutar de su belleza al 100%. Todo lo contrario. Al llegar bastante pronto no había casi gente y aunque había que llevar chaleco salvavidas por tu seguridad, se podía disfrutar muchísimo más que los del día anterior. Era muy luminoso y amplio, pero lo mejor de todo era el súper salto que tenía. No paramos ni un momento de subir y saltar; primero uno, luego el otro y al final los dos juntos unas cuantas veces. Tengo que reconocer que Michel fue mucho más valiente que yo y elegía el salto más alto para que pudiéramos tirarnos a la vez. No recomendamos llevar equipo de snorkel porque no hay casi peces y es más incordio que otra cosa.
Estuvimos alrededor de dos horas y nos salimos porque el agua empezaba a estar un poquito fresca. La verdad que el agua de los cenotes está más fría que el agua de la playa; aunque aún así estaba tibia como para meterte sin problema. Hay que tener en cuenta a la hora de entrar en un cenote que no podemos llevar crema solar puesta porque perjudicamos su agua y poco a poco se va deteriorando. En muchas sitios, hay duchas obligatorias para quitarte el exceso de crema solar y poder entrar al cenote sin problema. Las instalaciones de este en particular estaban bastante bien, limpias y amplias como para recibir a una cantidad considerable de gente al día.
Una vez salimos de allí, nos duchamos y cambiamos y nos dirigimos hacia un cenotemenos turístico que nos habían recomendado los músicos del bar de Valladolid. Este cenote llamado "Kom-Ha" estaba en la localidad de Tekom y justo al lado de los típicos letreros con el nombre del pueblo; tuvimos un guía muy especial ya que le preguntamos a uno de los niños que pasaba por allí con su bicicleta con carro incluido y nos llevó hasta la misma puerta. La entrada nos costó 25$ por persona y sin chaleco obligatorio. Cuando llegamos había solo una familia con niños y se fueron a los pocos minutos así que nos quedamos solitos disfrutando de la oscuridad, el agua cristalina iluminada por los rayos del sol que entraban por el agujero central. Cuando llegó la hora de comer no nos queríamos sin de esa zona del país (Yucatán) sin haber probado su "POC CHUC"; es carne de cerdo fileteada y marinada con naranja agria, ajo y pimienta y asada al carbón. A pesar de ser considerado comúnmente como parte de la gastronomía maya, es un hecho que este plato no existía en Yucatán antes de la llegada de los españoles, por lo que estamos ante un plato netamente mestizo, producto de la fusión de ambas gastronomías. Nos dijeron que el más rico lo podríamos encontrar en la ciudad de Temozón, a media hora en coche desde Tekom; la verdad que nos desviábamos un poco pero tampoco teníamos prisa. Llegamos al restaurante "Temozón" y la verdad que mereció la pena porque la comida estaba deliciosa y el precio, para toda la cantidad que comimos, no estuvo nada mal (350$=15€ entre los dos).
Ya no nos quedaba tiempo para seguir visitando lugares en la zona de Yucatán porque nos teníamos que ir hasta Chiquilá para coger el ferry hasta Holbox. Fuimos un poco "pardillos" porque nos confundimos con el GPS y nos mandó por la autopista mexicana que es un pelín cara paro lo que estamos acostumbrados; eso sí, las infraestructuras eran muchísimo mejores. En 2 horas llegamos al puerto de Chiquilá donde tuvimos que buscar un parking para dejar nuestro coche durante los días que íbamos a pasar en el paraíso. Justo en la calle de entrada a Puerto Juarez hay un montón de espacios destinados para ello, tanto a la derecha como a la izquierda; el precio es fijo e igual en todos los aparcamientos, 200$ por día y 100$ medio día; nosotros consegimos que nos lo dejasen en 450$ los 3 días. La verdad que fue la vez que más nos costó regatear porque ellos saben que necesitas dejar el coche sí o sí. Cogimos todos nuestros bártulos del chevrolet y cogimos los billetes del ferry con "Holbox Express" (220$/persona); los horarios son desde las 5:00 hasta las 20:30 cada media hora de forma ininterrumpida compartida por la empresa de ferries "9 Hermanos"; el viaje dura unos 40 minutos en total. Llegamos a Holbox por la tarde-noche y fuimos directos al hotel que estaba bastante cerca para ir andando con las mochilas. Desde el principio empezamos a ver carritos de golf por las calles principales de la isla. Estaba todo un poco destrozado debido a nuestro amigo, el huracán Grace; la arena de las calles estaba muy dura, había mucha piedra y se notaba que había haido inundaciones los días anteriores porque no había internet y el agua de la ducha no salía caliente. Llegamos a nuestro "Hotel Boutique Casa KUKA" que se encontraba a 100 metros escasos de la playa. Para cuando dejamos todo y nos organizamos ya era la hora de cenar y salimos a dar una vuelta y ver también las excursiones que queríamos coger para los días que seguían. Cenamos en el restaurante "Salma" que se encuentra a línea de playa y que tiene unas hamburguesas para chuparse los dedos. El local es bastante grande, muy bien decorado y con el personal súper amable; creo que fue uno de los mejores sitios dónde cenamos durante todo el viaje. de Salma nos fuimos por una calle principal donde se encuentran los puestitos de ropa y de excursiones hasta llegar a las 4 esquinas más famosas de Holbox, ya que en una de ellas se encuentra el bar de copas "The Hot Corner" y concentra todas las noches un montón de jóvenes para preparar unas fiestas brutales con música en directo. Toda esa zona está llena de restaurantes y bares de todo tipo; caros, baratos, con decoración, con comida mexicana, mediterránea... tienes para elegir entre un montón de opciones. De ahí nos fuimos al hotel que estaba bastante cerca y a dormir.
Día 9: Holbox (Punta Mosquito, Punta Cocos y Bioluminiscencia)
Comenzamos el día desayunando en el hotel porque nos habían dicho que las tortitas y los bowls de yogur con frutas de la cocinera eran espectaculares (desayuno para 2: 265$). De ahí nos fuimos a la playita a tomar un poco el sol y a pasar la mañana "disfrutando" del agua calentorra. No hay mucho espacio para ponerte en la playa si no estás en las tumbonas pero nosotros no somos de pagar por estar tumbados en la playa y nos negamos rotundamente. Extendimos nuestra toalla en mitad de la arena delante de otro hotel y allí que pasamos la mañana con cervecitas y unas vistas inmejorables. El calor era insoportable y el agua no te refrescaba, así que de vez en cuando nos íbamos a uno de los chiringuitos de la playa para tener un poquito de sombra. Como estábamos en el PARAISO quisimos tener una comidita acorde al lugar y decidimos ir a un restaurante a línea de playa con hamacas y tumbonas para estar tomando algo y comer. La comida estaba buenísima y por estar allí yo hubiese pagado muchísimo más; el tiempo nos acompañaba y todavía no había llovido en toda la mañana así que el cielo desde nuestra mesita y con la tripa llena se veía especial y alucinante. La comida el "Playa ÑAÑA" nos costó 581$ y la recomendamos 100%, ya que calidad-precio está muy bien. Después de comer empezó a oscurecer el cielo y veíamos lo que se avecinaba...TORMENTA TROPICAL. Efectivamente, fuimos paseando por la playa hasta que llego un momento que empezaron a caer gotas muy gordas y tuvimos que refugiarnos en una especie de caseta con utensilios de limpieza. Estuvimos allí hasta que paró de llover un poquito y pudimos llegar al hotel sin "chipiarnos" enteros. En el camino encontramos las letras de Holbox que ya habíamos visto con anterioridad pero que no habíamos tenido la oportunidad de fotografiar; ni cortos ni perezosos nos paramos a sacarnos fotos arriesgándonos a que la tormenta comenzase de nuevo y no nos pudiésemos refugiar en ningún sitio. Al llegar al hotel de nuevo vimos que el cielo comenzaba de nuevo a despejarse y queríamos aprovechar esos rayitos del sol al máximo.
Alquilamos unas bicis en la casa que teníamos en frente del hotel para toda la tarde (300$/2 bicis) y fuimos a reservar la excursión del tiburón ballena que habíamos mirado el día anterior; decidimos cogerla en el puesto de la esquina de la Calle Palomino con la Avenida Pedro Joaquín Coldwell porque era el que mejor pinta tenía; aunque, en tan mala hora...en fin, luego hablamos de esto. La excursión nos costó 2800$/persona (alrededor de 130€) y de allí pusimos rumbo a "Punta Mosquito". Llegamos en bici hasta el final de la arena y allí dejamos las bicis con el candado bien atadas para que no se las llevasen; cogimos nuestras mochilas y nos metimos en el agua para pasar la parte honda y llegar al trozo de "sandbank" por el que hay que ir andando durante aproximadamente 1 hora y media. La marea ya estaba bastante alta y no pudimos apreciar el contraste de la arena blanca con los colores turquesas del agua; aun así era un lugar idílico. Andamos unos minutos y al ver que la punta estaba bastante lejos decidimos volvernos para poder ir a ver el atardecer a la otra punta de la isla. Recorrimos de nuevo el camino de vuelta por unas calles con un montón de baches pero llenas de hoteles y restaurantes de lujo en los que no tengo la esperanza de poder dormir algún día; aunque me conformo con lo que tengo que me permite visitar los mismos lugares y disfrutar de un ambiente más autóctono.
El camino dura poco y enseguida estás en la "Playa Punta Cocos", aunque nosotros tuvimos que bajar unas cuantas veces de la bici porque las calles todavía estaban inundadas por el huracán de las noches anteriores. SÚPER IMPORTANTE PARA IR A PUNTA COCOS LLEVARSE EL REPELENTE DE MOSQUITOS; son completos asesinos y te chupan la sangre sin piedad, además los picotazos no son pequeños precisamente. Unas cervezas tampoco vendrían nada mal porque en el chiringuito de allí son un pelín caras. Esperamos al atardecer sentados en la arena y viendo como pasaban los barcos y cuando estaba apunto de empezar a bajar el sol, nos metimos en el agua de la playa para ver el atardecer desde dentro del agua, con nuestras cervecitas y brindando por la vida. No nos podíamos ir todavía porque queríamos ver la bioluminiscencia que nos habían dicho que estábamos en buena época y que se podía hacer por nuestra cuenta cuando el sol se escondiese por completo. Pues bien, nos dimos nuestro repelente y esperamos hasta que solo se veía la luna y las estrellas y simplemente se oía el chapoteo de nuestros pies para ver si salía algún reflejo de luz. Estuvimos un rato sin suerte hasta que en una de las patadas al agua salió una chispita luminosa. Eso era la BIOLUMINISCENCIA. Menuda decepción. En las imágenes se veía un mar completamente fluorescente y aunque ya nos avisaron de que utilizaban mucho photoshop para editar las imágenes, nunca nos hubiésemos imaginado que fuese tan ficticio. Menos mal que no pagamos por la excursión de la bioluminiscencia en kayak y decidimos hacerlo por nuestra cuenta.Tras chapotear un poco más, cogimos nuestras bicicletas y nos fuimos a oscuras completamente por los caminos inundados de Holbox. Yo no veía la hora de llegar al pueblo; no teníamos ningún peligro ni pasé miedo en ningún momento pero todo estaba muy virgen y muy solitario porque la gente se volvía en los carritos de golf o en taxis que iban a recogerlos. Pocos éramos los que volvíamos en bici y menos andando. Como todavía íbamos con la ropa de la playa y un poco mojados de haber estado viendo el atardecer en el agua, nos fuimos directos al hotel a darnos una ducha, devolver las bicis y salir un poco arreglados ta que, de normal, no nos arreglamos mucho en estos viajes por la falta de ropa en la mochila.
Nos habían recomendado un restaurante donde hacían una pizza de langosta que tenía fama de estar deliciosa. No queríamos irnos de la isla sin probarla así que fuimos a "ROOTS" que es un restaurante de pizzas a la leña y con una terraza muy cuca con mesas de madera y sillas de tronco de árboles, a veces un poco inestables porque el suelo también es naturaleza. La pizza estaba deliciosa y no me pareció nada caro para la fama que tiene. Al volver a España mi amiga, que había estado la semana anterior, me dijo que la pizza de pulpo también estaba buenísima, puede ser otra opción. Del restaurante nos fuimos a callejear (que nos encanta) y a ver el ambiente que había esa noche. La verdad que estaba todo más apagado que el día anterior y nos quedamos simplemente escuchando la música en directo de "THE HOT CORNER" y para el hotel andando para bajar la cena. Siempre que nos íbamos a casa nos sorprendía la cantidad de gente que estaba por la noche jugando en el frontón de la isla; lo mismo jugaban al fútbol que al volley y siempre había espectadores viéndoles. Si querías podías jugar sin problema y eras bien recibido; yo no soy buena en ninguno de esos dos deportes, pero si llegan a estar jugando a algo que me gusta, me hubiese unido sin pensarlo.
Día 10: Holbox - Tiburón ballena
Nos tocaba madrugar porque hoy era el día más esperado de todo el viaje, el día que íbamos a nadar con el TIBURÓN BALLENA (130€/persona aprox). Aquí llega nuestra historia "pa´ mear y no echar gota" que se dice en mi pueblo. Nos levantamos a las 6:30h de la madrugada porque venían a buscarnos a las 7:00h de la mañana al hotel. Al bajar a la recepción para esperar al carrito de golf nos encontramos con el conserje del hotel, que también vendía excursiones de ese tipo. Nos preguntó si estábamos esperando a la excursión del tiburón a lo que nosotros respondimos, con mucha ilusión, que sí. -Se han suspendido todas las de hoy por el temporal- afirmó. Nosotros nos quedamos con cara de poker porque no nos habían avisado de nada, aunque en la isla tampoco había mucha señal y podía ocurrir que no nos hubiese llegado. Intentamos contactar con el vendedor y tampoco daba ninguna señal. Preocupados y danzando sin rumbo por la recepción del hotel, vimos como paraba uno de los carritos en la misma puerta; preguntó por nosotros y nos subió. Al llegar al lugar de reunión (a 200m del hotel) estaba nuestro vendedor y decidimos hablar con él ya que no salía ninguna de las otras excursiones. Nos dijo que éramos muy afortunados porque de todas las excursiones nosotros íbamos a ser los privilegiados de poder ir en busca del tiburón ballena. Yo me empecé a mosquear (que raro, ¿verdad? siempre me pasa algo en los viajes que me hace ponerme de mala leche) y le dije que si las demás excursiones no habían salido por el mal temporal y las tormentas, yo no me quería arriesgar sabiendo que hace unos días había habido un huracán. Me contestó que el reembolso era imposible porque él ya había pagado todo y que íbamos con gente preparada que en caso de no poder salir, ellos iban a ser los primeros en anular la excursión. No me quedé contenta con la contestación y le pregunté que qué pasaba si no podíamos acceder a la zona de avistamiento de los tiburones por culpa del temporal y su contestación fue que ahí seguro que podíamos acceder. Cerré la boca porque sabía que no iba a conseguir nada y nos comimos una de las galletas que nos habían puesto dentro de nuestro "desayuno incluido", que por el precio que habíamos pagada ya se podían haber estirado un poco más. Montamos un total de 5 lanchas con unas 8 personas por cada lancha. Esos fuimos los 40 "pringados" que fuimos ese día a buscar al tiburón ballena. Bueno, en el viaje tuvimos de todo: vimos una manta raya enorme desde la lancha, no pudimos bajar a nadar con ella ni verla desde el agua, nos cayó una tormenta que yo pensaba que no sobrevivíamos a aquello porque se formó en el cielo una nube compacta y circular que iba a tragarse la mini lancha que llevábamos, unas olas de 3 metros que nos hacían saltar en el asiento y casi nos salimos del barco... fue una experiencia que solo repetiría si me aseguran 100% que la recompensa va a ser el avistamiento del tiburón ballena; de otra manera, no merece la pena. Son 8 horas de búsqueda bastante incómodas y con pocos recursos en caso de temporal. al final llegamos a la zona de snorkeling y nos dejaron bajar un poco al agua para no ver nada, ya que no había ningún animal marino por mucho que nadases en los alrededores. Hasta ahí todo estaba siendo un autentico desastre y sobretodo una decepción. Durante la vuelta, paramos a comer en la Bahía Ceviche donde comimos un bowl de la comida que indica la bahía (ceviche) y unos nachos sin salsa que yo no comí por si se me revolvían las tripas después de semejante viaje. CONSEJO IMPORTANTE: Tal y como estaba el mar no era apto para personas que se marean; yo soy de esas y me tuve que poner la pulserita de la farmacia y tomarme mi Biodramina. Tenedlo en cuenta. Nos dejaron un tiempo para pasear por el hermoso paisaje y ver algún que otro animalito, que no eran ni flamencos ni pelícanos. Tras media hora disfrutando del buen día después de la tormenta, nos dejaron de nuevo en la playa de Holbox y nos fuimos directos a comer algo a uno de los restaurantes que allí había.
Elegimos el restaurante "Raices Beach Club" que no es el mismo que el de la noche anterior llamado "ROOTS". Este estaba en la playa y tenía también hamacas y mesas de madera. Escogimos la mesa que estaba en primera línea para poder contemplar la amplitud del mar y el contraste de colores. La comida estaba muy buena, mucha variedad tanto para platos como para picoteo. Descansamos un poquito con unas cervezas y nos fuimos a andar por la playa y a echarnos fotos con las hamacas y los carteles chulis de los bares hasta que nos dio la hora de ir a ver el atardecer. Nos duchamos, nos arreglamos y bajamos a la playa para ver un amanecer sin tormenta. Cual fue la sorpresa cuando estábamos sentados en la arena de la playa esperando a que el sol se convirtiera en fuego, el diluvio universal caribeño volvió. Aguantamos un poco en la playa para ver si paraba pero iba a más así que corriendo de vuelta al hotel para secarnos y cambiarnos de ropa. Repito que las tormentas aquí duran poco pero cae mucha agua mientras está pasando. Cuando paró, decidimos ir a uno de los restaurantes un poco más exclusivos para ver también ese ambiente de la isla. Paramos en uno de los que estaban cerca de nuestro hotel, el "LUUMA"; es bastante exclusivo, con una decoración preciosa y con un ambiente tenue de "chill out". Todo el mundo entraba a cenar menos nosotros que simplemente queríamos unas cervezas y algo para picar. Siempre digo que no es necesario gastar mucho dinero para disfrutar de todo lo que un país te ofrece. Al final pedimos unas cervezas un poco más especiales que las que comprábamos en el supermercado y unas bolas de queso y espinacas rebozadas que estaban para chuparse los dedos (precio: 380$). Dejamos a todos cenando en el restaurante y nos fuimos también a cenar pero a otro lugar muy diferente, el restaurante "Tacoqueto". Un restaurante de barrio muy típico para los locales, con comida muy barata y muy autóctona. Nos pedimos unos tacos de escándalo (taco pastor y taco de pollo) y una torta de pastor (la especial de la casa) y nos costó 180$ para los dos, la mitad que las cervezas del bar anterior. Como este restaurante está muy céntrico, volvimos a ir por las calles más transitadas de la isla y nos quedamos de fiestuki en "THE HOT CORNER" con su música en directo y su ambiente juvenil.








Día 11: Isla Mujeres
Nos levantamos lo más temprano que pudimos para coger el primer ferry que iba de Holbox al puerto de Chiquilá y poder hacer el viaje en coche hasta Cancún lo antes posible y así aprovechar el día. Tomamos un café mientras esperábamos el ferry y a las 7:00h estábamos poniendo rumbo a Cancún después de haber echado gasolina porque no nos fiábamos de encontrar una gasolinera por el camino. Como llevábamos GPS no nos importaba meternos por caminos o carreteras poco circuladas ya que el GPS nos indicaba a la perfección, siempre y cuando hubiese señal. En poco más de dos horas llegábamos a Puerto Juarez en Cancún para dejar el coche y coger otro ferry que nos llevase a Isla Mujeres. El coche lo dejamos en un parking que había justo en la parte de fuera del puerto ya que era más barato que el que hay dentro; es un parking vigilado 24h y nos costó 450$ los 3 días. La ida y la vuelta en el ferry la hicimos con la empresa "Ultramar" y nos costó 380$/persona. El precio del tiquet es un poquito caro pero los barcos son muy cómodos y nos deleitaron con un concierto en directo de una pareja que cantaba y tocaba la guitarra.
Cuando llegamos a ISLA MUJERES no sabíamos muy bien para donde tirar así que preguntamos a los locales y enseguida nos indicaron dónde estaba nuestro alojamiento; se podía ir perfectamente andando aunque en ese momento hacía mucho calor y llevábamos las mochilas a cuestas. LLegamos al hostel "Itzé hostel" y fuimos directos a comprar un trozo de pizza para comer algo e ir a la playa lo antes posible. El alojamiento estaba cerca de la Playa Norte así que allá que fuimos. Nuestra sorpresa volvió a ser que no había hueco para echar la toalla sino que toda la arena estaba llena de tumbonas de pago o de los hoteles privados. Cogimos una sombrita de un árbol y nos plantamos a comer y poder refugiarnos un poco del sol. Como a nosotros no nos gusta pagar por estar tumbados sin hacer nada, decidimos echar nuestra toalla en el único sitio libre que quedaba en toda la arena. No podían poner hamacas porque había un desnivel y nosotros lo aprovechamos para montar nuestro chiringuito y no tener que pagar ni un peso mexicano. Sí, lo sé, somos un poco ratas en cuestión de dinero pero si no ahorramos en este tipo de cosas no podríamos hacer los viajes que nos montamos.
Pasamos toda la tarde de relax; tomando el sol, o más bien achicharrándonos con él y metiéndonos cada dos por tres en el agua para refrescarnos un poco. Allí pudimos ver de primera mano todo el lujo que hay en el caribe. Los yates privados esperaban muy cerca de la orilla a que trabajadores de los chiringuitos les llevasen comida y bebida en kayak, todo el mundo pagaba por su tumbona y se bebían cócteles enormes a cual más exótico. Nosotros compramos dos cervezas, un polo y un vaso de mango y coco del chico que pasaba con el carrito vendiendo fruta fresca (170$ en total = 7€ aprox). Pasamos un rato relajado y agradable, además de conocer a dos chicos estadounidenses con los que charlamos un rato mientras nos bañábamos. Paseamos por toda la playa norte y regresamos al hostel para ducharnos, ver el atardecer y cenar. De nuevo, no hubo atardecer porque nos llovió muchísimo justo a esa hora y tuvimos que esperar en el hostel hasta que paró.
En cuanto no caían gotas nos fuimos a la calle principal "Av. Hidalgo" (era la paralela a la calle del hostel) y cenamos en un restaurante típico que nos recomendaron los dueños del hostel. El restaurante se llamaba "Las 3 mentiras" y pedimos un combo de 3 tacos (pastor, pollo y pescado) más dos cervezas que nos costó 200$ entre los dos (8€ aprox.). Disfrutamos de la música en directo, aunque no era muy buena, y nos fuimos a recorrer las calles porque todavía no habíamos callejeado por la zona. Encontramos la plaza principal sin quererlo y nos comimos una marquesita (30$) en uno de sus puestos; tengo que decir que no estaban tan buenas como las de la plaza de Valladolid. Nos sentamos en las gradas que había para ver cómo jugaban los niños/as locales con sus bicis y patines. Justo en un lateral de la plaza había un gran AKI (supermercado) y aprovechamos para comprar cereales y agua más barata para el día siguiente. Volvimos andando al hostel y nos fuimos a descansar que al final el cuerpo nota el cansancio acumulado de tantos días sin parar.
Día 12: Isla Mujeres (Punta Sur y la Costa Oeste)
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Nos levantamos para desayunar en el hostel porque el desayuno estaba incluido en el precio de la habitación, aunque nos compramos cereales el día anterior para poder tomar con la leche. El tiempo estaba perfecto y queríamos aprovechar al máximo el día en la isla.
Alquilamos una moto en Dani´s motos (500$ --> 24 horas sin la gasolina incluida). No nos pareció muy barata pero no nos quedaban casi días ni nos apetecía demasiado estar regateando; creo que la tranquilidad de una isla puede calmar hasta a la persona más nerviosa y estresada del mundo, de ahí que no me apeteciera ni discutir por el precio. En esta isla también es muy típico alquilar un carrito de golf pero a nosotros nos pareció caro para dos personas y poco práctico a la hora de hacer el recorrido que teníamos pensado. Cogimos nuestra moto y pusimos dirección a Punta Sur sobre las 8:30h de la mañana; decidimos hacer el recorrido de ida por la Costa Este, con sus acantilados y su poco tránsito de coches. En poco rato llegamos a la punta más famosa de la isla y no era para menos; unas aguas cristalinas, unos acantilados de impresión y unas iguanas más grandes que los humanos. Cuenta la leyenda que en esta punta hay vestigios de un templo maya. Los arqueólogos saben que Isla Mujeres fue un santuario dedicado a Ixchel, diosa maya de la fertilidad y que las mujeres mayas debían hacer un peregrinaje a la isla como parte de su paso de niña a mujer. Además, punta sur es el primer lugar de méxico que tocan los rayos del sol cada mañana.
Pagamos 30$/persona y nos recorrimos todos los recovecos que pudimos, bajamos por los acantilados para empaparnos con las grandes y fuertes olas que chocaban con las rocas y disfrutamos de la tranquilidad del lugar. Eso sí, tranquilidad teníamos porque habíamos ido demasiado pronto; en cuanto llegan las excursiones programadas y los turistas con sus carritos de golf, no hay quien pueda estar allí con semejante agobio y calor. Cuando terminamos de dar la vuelta a todo el lugar nos sentamos a tomar algo en el bar que había a la entrada. Su nombre era "Acantilado" y tenía unas vistas que dejaban a cualquiera sin respiración; se distinguían todos los colores del agua con una vegetación verde y las rocas que lo sujetaban. Pedimos dos coca-colas y disfrutamos del entorno. Salimos del recinto y no cabía ni un alfiler en el aparcamiento, que bien hicimos en madrugar y aprovechar la mañana.
Con nuestra moto recorrimos la Costa Oeste parando por los bares de playa porque nos habían dicho que en esa zona no había ninguna palapa gratuita para estar bañándonos. Al principio ninguno nos convencía porque eran bastante caros, tenías que hacer gasto y te ponían un mínimo elevado. Cuando pongo elevado es según nuestro presupuesto de viaje, no quiere decir que no se pueda pagar por ser precios desorbitados. Miramos en el restaurante "Kin-Ha" en el que se encontraba "El parque de los sueños", un parque acuático con toboganes y tirolinas que dan al mar. El restaurante era precioso y su palapa de las más impresionantes que habíamos visto hasta el momento. En principio no te dejan entrar pero nosotros les dijimos que íbamos a ir a cenar por la noche y queríamos echar un vistazo así que pasamos hasta el final del muelle donde se encontraba una de sus tirolinas; en realidad no le estábamos mintiendo porque si que teníamos pensado acudir a ver el atardecer y comer algo de marisco en una cena un poco más especial. Al final no acudimos porque nos tocaba un poco lejos y preferíamos estar por la zona del hostel.
Seguimos con nuestra investigación para elegir el bar/restaurante más acorde a nuestro presupuesto y gustos y nos topamos con la "Playa Lancheros" con "La casa del Tikinxic", también muy típica de esta zona pero que a nosotros tampoco nos convenció por el poco espacio que hay de arena en la playa para poder estar tomando el sol con unas cervecitas. En esa playa, había un hombre que nos recomendó otro restaurante bastante típico para el turismo nacional así que seguimos nuestro camino hasta que encontramos nuestro sitio. Desde que vimos la puerta supimos que ese iba a ser; muy local, barato, con buena música mexicana y gente maravillosa. Estoy hablando de "Playa tiburón"; es un MUST en esta isla, o por lo menos nosotros tuvimos muy buena experiencia. Nada más llegar se escuchaba una música muy animada que te incitaba a entrar hasta el final del restaurante donde se encontraban unas piscinas pequeñas con peces turcos de los que te quitan las durezas de los pies, más adelante unas camas para tomar el sol y una palapa donde había un hombre con un tiburón con el que te podías echar fotos. El sitio, idílico, lo que se dice idílico no era, pero a nosotros nos encantó. conocimos a una chica venezolana que estaba trabajando allí y le preguntamos dónde podíamos hacer snorkel por la zona. Nos señaló un acuario de tortugas "Tortugranja" a escasos metros al que podíamos acceder haciendo un poco de trampa y entrando por el lateral como si fuésemos a nadar. Estas cositas no se te ocurren como turista, normalmente pagas la turistada. Al llegar al lugar, no había nada para dejar las riñoneras con el dinero y la documentación, así que le pedimos a una familia que tenía un pequeño puesto en la playa si podía hacernos el favor mientras nadábamos. Aunque pudimos ver tortugas bebés en las piscinas del acuario, no vimos nada con las gafas de snorkel porque había demasiado sargazo y el agua estaba bastante turbia. Volvimos a la tiendita y por haber guardado nuestras cosas compramos unos regalitos para llevar a casa y agradecerles el favor de esa manera.
Nos quedamos relajados al sol en las camas grandes mientras esperábamos a la comida que habíamos encargado. Nos habían dicho que el pescado era fresco y que lo cocinaban muy bien. No se equivocaban, nos pusieron muchísima cantidad de comida en una bandeja enorme y un pescado fresco a la parrilla de carbón que estaba delicioso (689$ --> 30€ aprox.). No sabíamos donde íbamos a meter tanta comida. Terminamos de comer y quisimos echarnos una siesta para asentar toda la comida y relajarnos también un poquito, que estamos de vacaciones aunque no lo parezca con el "tute" que llevamos.
Echamos gasolina en el camino de vuelta (40$) y al llegar de nuevo a Playa Norte nos encontramos con un metro de sargazo en la orilla de la playa; menos mal que habíamos aprovechado la playa el día anterior. Decidimos ir a ducharnos y salir para ver si íbamos a poder disfrutar nuestro último amanecer del viaje. Tuvimos suerte, pudimos verlo sin que lloviera, aunque no fue muy bonito por la cantidad de nubes que había. Devolvimos la moto y cambiamos dinero en ELEKTRA (tienda de electrodomésticos) porque tenían un cambio muy bueno.
De ahí nos volvimos a la Avenida Hidalgo y fuimos entrando en todas las tiendas de souvenirs que había para comprar algún imán de recuerdo. Cuando se nos hizo tarde, nos sentamos a cenar en un restaurante llamado "Mamma Rosa" para cenar unas pizzas en un ambiente un poco más romántico. Hicimos buena sobremesa y volvimos al hostel para pasar nuestra última noche del viaje. Siempre nos pasa, cuando nos hemos acostumbrado al país, a su gente, a sus olores y a su cultura, y estamos disfrutando al máximo, es el momento de volver a casa.
Día 13: Viaje de vuelta
Madrugamos para coger el primer ferry "Ultramar" que salía de Isla Mujeres a Puerto Juárez en Cancún (5:30h de la mañana); nos dio tiempo a comprar dos cafés en el "Seven Eleven" que se encontraba enfrente de la estación ya que habíamos salido pronto por si nos perdíamos en el camino. No había nadie por las calles más que la gente que íbamos a por el ferry, que no estaríamos más de 30 personas. Llegamos a Puerto Juárez viendo el amanecer, recogimos el coche del aparcamiento y nos fuimos directos a la empresa de renta de coches para devolver nuestro coche y que nos diese tiempo a llegar tranquilos al aeropuerto por si había algún contratiempo de última hora. Dejamos el coche sin problema en America Car Rental y nos llevaron con una furgoneta a la terminal 2 del aeropuerto de Cancún. Volamos a Ciudad de México y teníamos bastantes horas de escala así que aprovechamos para comer algo y seguir esperando.
Cuando llegamos a Madrid, teníamos nuestro coche esperando porque lo habíamos dejado en un aparcamiento vigilado en los alrededores del aeropuerto. La empresa se llamaba "HOLA parking" y nos costó 64€/14 días (se llevan el coche del aeropuerto y te lo llevan en cuanto llegas). Fueron súper eficaces y nosotros quedamos muy satisfechos con su servicio.
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¡FUE UN PLACER CHINGÓN!